• ¿Y, chiquis? ¿Cómo arrancaron el 2021?
  • Yo me agarré una curda de caña y ruda que ni les cuento. Todavía me dura la resaca.
  • Yo recibí el año con una ristra de ajos colgada del cuello, y un par de herraduras adosadas a las crocs.
  •  ¡Estabas para la tapa de “Vogue”, Piru!
  • Yo le di a los pisos con un lampazo empapado en vinagre, bicarbonato y limón. Y a las paredes también, por las dudas.
  • ¡Qué supersticiosas, che! ¡No es para tanto!
  • ¿Que no es para tanto? ¿Te parece poco lo que pasó en 2020? ¡Un año para el olvido!
  • Al contrario. Mejor no olvidarlo y aprender algo de la maldita pandemia.
  • ¿Aprender algo? ¿Como qué?
  • Que no somos tan importantes como nos creíamos. Que un bichito invisible nos puso en jaque, y que puede haber muchos otros agazapados por ahí. Que hay que cuidarnos entre todos porque nadie está exento del contagio, por más rico, poderoso o famoso que sea. Flor de sopapo al ego planetario, amigas.
  • Te pusiste filosófica, Pepa. ¡Qué profunda! Me das asquito.
  •  Igual no me olvidé de estrenar bombacha, eh. Una cosa no quita la otra.
  • ¿Y no te molestó el ajuste a nuestra ya magra jubilación, Pepa?
  • La verdad que sí. Creo que hay un plan de exterminación programada de “adultos mayores”. O nos mata el bicho, o moriremos de inanición.
  • ¿Ajuste o quita? Habría que recordarle a la deshonorable Cámara de Diputados el versito de mi infancia: “Santa Rita, Santa Rita, lo que se da, no se quita”.
  • Mientras tanto, la Señora del Calafate cobrará dos pensiones de privilegio. Un fangote. Más su sueldo como senadora.  Dos palos por mes, mango más mango menos, más los retroactivos e intereses “adeudados”. Un camión de caudales, bah.
  • Sí. De todo nos enteramos el mismo día. Menos guita para nosotros, más para ella.
  • ¿Fue Perón el que dijo que los únicos privilegiados son los niños?
  • Sí. Pero eso no corre más. Hoy, los únicos privilegiados son los que tienen la sartén por el mango.
  •  Y el mango también, como cantaba María Elena, que describió a los ejecutivos como nadie.
  • Pero seguro que tendrá que pagar ganancias la Vice.
  • ¿Sabés que no? Exenta. Y, como si esto fuera poco, goza de fueros la Doctora. Bingo.
  •  Bueno, pero la plata no hace la felicidad.
  • La miseria tampoco. Y convengamos que 20 luquitas por mes es una jubilación miserable. Sobre todo para quienes aportamos religiosamente durante añares, sin ligar nada de arriba.
  •  Veamos el lado bueno, che. La adversidad nos ha hecho fuertes. Somos guerreras.
  • Ahí tenés razón. Este íspa es un curso intensivo de supervivencia cotidiana. Te prepara para todo. Entrenamiento forzoso. Si llegamos vivas y sanas a fin de este año podrido, es que somos imbatibles, chicas.
  •  Hablando de Roma, ahora que pasaron las comilonas de fin de año, ¿qué tal si entrenamos un poco?
  • Sólo si entre todas contratamos a un “personal trainer” que esté bueno. Joven, musculoso, con tabla de lavar incorporada, vientre chato, simpático, con todos los dientes y todo el  pelo. Así por lo menos, nos deleitamos la vista entre sentadilla y sentadilla.
  • ¡Ay, no! Mirá si se te escapa un gas, como le pasó a la Amuchastegui. Mejor por zoom, con la compu muteada.
  • ¿Seré curiosa, ¿ya se vacunaron?
  • Yo espero un cacho. La rusa está flojita de papeles.
  • Bueno, chicas. Borrón y cuenta nueva. Que el 2020 reviente y el 21 sea mejor que ninguno. ¡Chin, chin!