por Irene Bianchi

Y van … Todos (y todas) esperábamos ansiosamente la reaparición pública de la Presidente. Fundamentalmente, porque con la consabida política de secreto a ultranza que tiene este gobierno, nadie tenía claro a ciencia cierta cuál era su real estado de salud. Y la escena forzadamente espontánea que se montó en el living de Olivos, excedió nuestra ya diezmada capacidad de asombro. Ella (afortunadamente ya sin luto estricto), con un cachorrito bolivariano come-pelo en la falda, y un pingüino-peluche gigante, hablándonos como una amiga que vuelve de un largo viaje, en un tono informal, coloquial, soslayando todos los temas que nos preocupan a todos (y todas) como ciudadanos de un país en crisis, en más de un sentido. Me acordé de “El país jardín de infantes”, de la entrañable María Elena Walsh. ¿Eso somos? Pareciera que sí. Por como nos tratan.