Otra artista que se va. Norma Pons estaba sin lugar a dudas en la cima de su carrera. En febrero recibió el Premio Estrella de Mar de Oro por su trabajo en “La casa de Bernarda Alba”, obra adaptada y dirigida por José María Muscari. Le estaba eternamente agradecida por haber sido elegida para ese personaje, ya que desde hacía mucho soñaba en mostrar sus dotes dramáticas. La Pons fue una actriz todo terreno. Vedette, cómica y ahora trágica. La vimos en la apertura del “Bailando”, haciendo de la tía de Tinelli, dispuesta a enfrentar un nuevo desafío en ese certamen, a pesar de algunos problemas de salud. Esa era ella: una mina lanzada, que se animaba a todo. Verborrágica, frontal, sin filtros, sus entrevistas eran una caja de sorpresas. Siempre espléndida, coqueta, sexy a los 71 años, con unas piernas memorables y una voz inconfundible. El sketch de la empleada pública que hacía junto a Antonio Gasalla, es memorable. La Pons era dueña de un histrionismo con un sello propio. Uno se consuela pensando que, afortunadamente, no se quedó con las ganas, que probó todos los géneros, y cosechó elogios y aplausos. Y que hizo mutis por el foro sin sufrir, sin padecer una larga agonía. Se fue como por arte de magia, sigilosamente. O tal vez no. Quizás, fiel a su estilo, puteó a la Parca por inoportuna.