No es la primera vez que disfrutamos de la voz y de la presencia escénica del tenor platense Juan Pablo Skrt. En la emblemática “Clásica y Moderna”, nos deleitó con sus “Doce dúos de Amor”, junto a la deliciosa Magalí Sánchez Alleno y el talentoso maestro Roberto Antier. También se calzó la prominente nariz de “Cyrano de Beregrac”, bajo la dirección de Gastón Marioni, en el Teatro El Cubo.

Lo original de esta nueva propuesta, es que Skrt lo hace en su ciudad. Más precisamente, en su propio barrio, en el muy agradable y acogedor “Espacio Cultural Don Eyler”, calle 5 entre 59 y 60, acompañado en piano por Nacho Stoppani.

El hilo conductor de esta presentación: el festejo de San Valentín. Skrt le cantó al amor, ensamblando su repertorio con boleros y temas románticos inoxidables, que resuenan en la memoria y el corazón de todos. “Esta tarde vi llover”, de Armando Manzanero; “Cuando me enamoro”, de Andrea Bocelli; “Venecia sin ti”, de Charles Aznavour; “Piel canela”, de Bobby Capó; “La media vuelta”, de José Alfredo Jiménez; “La Barca”, de Luis Miguel; el tema de amor de “Cinema Paradiso”, de Ennio Morricone; “¿Y cómo es él?”, de José Luis Perales; “Perfidia”, de Alberto Domínguez; el tema de amor de “El Padrino”, de Nino Rota; “Comienzo y final de una verde mañana”, de Pablo Milanés; “Balada para un loco”, de Astor Piazzolla.

Hubo generosos y abundantes bises, a pedido de un público cálido, “decontracté”, que se animó a cantar con él, como si todos estuviéramos en el living de su casa. Y entonces sonó “El sueño imposible”, maravilloso tema de “El Hombre de la Mancha”, compuesto por Mitch Leigh; “A mi manera”, de Paul Anka; “El reloj”, de Luis Miguel; “Memories”, del musical “Cats”, de Andrew Lloyd Weber.

A Skrt le sobra voz y estilo para abordar cualquier género musical. Entabla con su público un ida y vuelta amable, cordial, mechando su recital con alguna que otra anécdota de sus ya 30 años de trayectoria, durante la cual se dio el lujo de cantar junto a otras grandes figuras en tantísimos teatros del mundo.

El define a su presentación en Don Eyler como un “capricho”, un sacarse las ganas de cantar en su ciudad, en su lugar en el mundo. Encuentra en el excelente pianista Nacho Stoppani un perfecto partenaire.

En una época tan desacralizad como la que vivimos, en la que el amor ha pasado a ser más virtual que real, resulta muy grato y placentero reencontrarse con estas canciones, en la voz de un intérprete como Juan Pablo Skrt. Ojalá se le antojen más caprichos como éste próximamente.