«Que se mueran los que tengan que morirse», dice Fernández que le dijo Macri. Incomprobable, ¿no? Y absolutamente innecesario. ¿Suma algo? ¿Ayuda en algo? ¿Zanja la grieta? En cualquier momento, el Presidente le dice (o manda decir) al expresidente: «Te espero a la salida» (o en la esquina), y ambos protagonizan una patética muestra de pugilato amateur callejero. La estatura de nuestros estadistas es liliputiense. Por no mencionar al eterno Duhalde, vaticinando agoreramente una «guerra civil». ¿Por qué no se llaman a silencio e invierten ese tiempo y esa energía en sacarnos del pozo?

Publicado en La Nación