Repetimos lo que dijimos hace justo 5 años, cuando esta simpática e histriónica psicóloga chilena presentó su “Viva la diferencia” en el escenario del Coliseo Podestá. Pilar Sordo es una mujer sencillamente encantadora. Inteligente, aguda, graciosa, locuaz, “Pili” aborda y desmenuza temas serios y profundos, sin caer jamás en la solemnidad ni en el acartonamiento. Durante dos horas (mas bien cuatro, ya que fueron dos las funciones), nuevamente cautivó al público platense –mayoritariamente femenino- que colmó la capacidad del teatro.

Ahora, el tema es “El Desafío a Ser Feliz” (basada en su libro “Bienvenido Dolor”), una suerte de stand-up, sustentado por sólidas investigaciones y exhaustivo trabajo de campo, que gira en torno a “la felicidad”: cómo definirla, qué implica, cómo se manifiesta, cómo diferenciarla de “la alegría”, qué herramientas utilizar en forma consciente para lograrla, cómo cultivarla, mantenerla en el tiempo y convertirla en un estilo de vida.

Pero antes de desmenuzar ese concepto tan elusivo, esta ingeniosa “entertainer” pasa revista a ciertos aspectos característicos de nuestras conductas habituales, a saber: el “caraculismo” tiene mucha mejor prensa que un rostro distendido y soriente; no compartimos con los demás las buenas nuevas, por miedo a “quemarlas”; desconfiamos de la gente noble, tildándola de “buenuda”; nos escandaliza más un grupo de gente riéndose a carcajadas que personas discutiendo y agrediéndose; la culpa “judeo-cristiana” nos persigue a sol y a sombra; criticamos la corrupción sin asumir nuestro aporte individual a ese mal social; invisibilizamos a muchas personas que trabajan o viven a nuestro alrededor, sin siquiera saber sus nombres; magnificamos nuestras carencias, con esa tendencia a ver el vaso medio vacío; jamás hablamos de la muerte, tema tabú si los hay, aunque todos sepamos que para allá vamos;  no nos damos el tiempo necesario para atravesar un duelo, cediendo siempre a la presión de los demás; ante un desafío, nos preparamos más para el fracaso que para el éxito, como verdaderos “anticipadores de desgracias”.

La felicidad, sugiere Sordo, implica ser agradecido por todo lo que se tiene; poseer sentido del humor para desdramatizar las cosas; entrenar la fuerza de voluntad como si fuera un músculo, y saber que siempre, aun en las peores circunstancias, contamos con un “campo de elección”, pudiendo elegir cómo vivir determinadas situaciones.

Pilar Sordo va hilvanando estos temas, matizándolos con anécdotas personales,  logrando empatía y una inmediata complicidad con el público, generando risas francas, lágrimas de emoción y reflexión profunda, zarandeando así la sensibilidad de los espectadores, que hasta se llevan “tarea para el hogar”.

Cada visita de Pilar Sordo a La Plata es una verdadera fiesta multitudinaria, y una cita ineludible para quienes queramos reflexionar sobre nosotros mismos  e intentar mejorar nuestra calidad de vida.