El cruce entre el Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el jefe del bloque de senadores de la UCR Ernesto Sanz en el Senado, resultó un paso de comedia desopilante. El segundo preguntando insistentemente “¿Cuál es el índice de pobreza?”, y el primero vomitando una interminable catarata de cifras, con prisa y sin pausa, casi sin respirar, que nada tenían que ver con la pregunta original. Era un diálogo de sordos, un sketch cómico digno de la pluma de los mejores guionistas. O un parlamento sacado de una pieza del absurdo, algo escrito por Samuel Beckett o Eugène Ionesco, esas obras en las que se muestra la inutilidad del lenguaje como medio de comunicación. Realmente, a esta altura, el propio Capitanich resulta mucho más gracioso que cualquiera de sus imitadores. El, que desaconseja la incorporación de su ex mujer al “Bailando”, porque, dijo, “del ridículo no se vuelve”. El Jefe de Gabinete puede dar fe de sus dichos, por experiencia propia.