por Irene Bianchi

  • ¿Y, chicas? ¿Cómo las trató el diluvio?
  • ¡Como el traste! Y eso que tenemos un Papa Argento. Creí que ahora íbamos a estar mejor posicionados con el Tata Dios. Que teníamos banca, línea directa. Pero no. Quévachaché. Ajo y agua.
  • ¡No! ¡Por favor! ¡Más agua, no! Ya me crecieron branquias y aletas.
  • Tanto jodimos con el medio ambiente, tanto arruinamos el ecosistema, que ahora hay que bancarse las consecuencias. La venganza de la Madre Naturaleza.
  • Más que madre, madrastra pérfida. Como la de Cenicienta. Mala, mala, mala eres
  • Lo que hay que meterse en la cabeza, amigas, es que estos desastres han venido para quedarse. Hay que organizarse y estar preparados. Así de simple.
  • ¡Claro! ¡Como si fuera fácil! Con el diario del lunes, todos somos Einstein.
  • No sé si ustedes opinan igual, pero lo primero que salta a la vista en situaciones como ésta, es la absoluta falta de previsión y organización.
  • ¿Cómo podés prever que van a llover 400 milímetros en unas pocas horas, Chela? Eso sobrepasa cualquier capacidad organizativa. No todo es culpa de los funcionarios ni de la clase política.
  • Es cierto. Pero me refiero al después. Al inmediatamente después. A la capacidad de reacción. A meterse en el agua, mojarse las patas y dar una mano ahí mismo. No mirar el desastre por tele, o “figuretear” al día siguiente. Estar codo a codo con la gente, lo más cerca posible, piloteando la cosa, en el barro.
  • ¿Qué querés? ¿Qué salgan con el baldecito, como dijo Lubertino?
  • ¿Esa es la misma que acusó a los huevitos Kinder de sexistas? Muy coherente, la diputada porteña. Siempre enfocada en temas trascendentes. Una luminaria.
  • Chicas, acá lo que faltan son obras de infraestructura. Las ciudades crecen de una forma descomunal, desordenadamente, y no hay sistema pluvial que aguante.
  • Es que le dan más bola a lo estético, a lo escenográfico, que a las cuestiones de fondo, las que no “lucen” porque no se ven, las que no “garpan” a la hora de los votos. Nos siguen cuenteando con espejitos de colores. Y nosotros, chochos. Hasta que nos llega el agua al cuello. Literalmente en este caso.
  • No por nada somos el país de lo atamo con alambre. Un parche, una mano de pintura, y listo el pollo. A otra cosa, mariposa.
  • Los jefes comunales y sus colaboradores deben ser todos miembros de la IPTS.
  • ¿Qué es eso? ¿Una obra social? ¿Un sindicato? ¿Un club?
  • No. IPTS: Inútiles Para Todo Servicio. Socios honorarios.
  • No seas tan dura, che. No es bueno generalizar. Hacen lo que pueden.
  • Lástima que puedan poco. Yo soy de Ringuelet, y te aseguro que ahí los vecinos se organizaron mucho mejor y ayudaron mucho más que nadie. Espontáneamente
  • En eso estoy con vos. Entre la gente y los dirigentes, la elección es clara, ¿no?
  • Lo curioso es que cuando alguna de esa misma gente se convierte en dirigente, pierden el sentido común y la vocación de servicio de la noche a la mañana, y pasan a tener otras prioridades. ¿Los marea el poder? Vaya una a saber.
  • Ni hablar del uso político de las catástrofes. Cuando empiezan a tirarse la pelota, como fierro caliente. Una pulseada River-Boca, con nosotros en el medio. Inmoral.
  • Les propongo algo: ¿Y si en lugar de tanta cháchara y filosofía barata, cada una de nosotras va a su casa, agarra una bolsa de consorcio, abre el placard, mete pilchas y zapatos, y las llevamos a los centros que reciben donaciones ya mismo?
  • ¿Placard? Yo tengo vestidor, Leti. ¡Sorry!
  • Entonces vos más que nadie, piojo resucitado. Quedáte con los taco aguja.
  • Popongo un brindis por esta hermosa ciudad, y su hermosa gente. ¡Chin, chin!