por Irene Bianchi

       Chicas, creo que encontré mi lugar en el mundo. En cuanto junte unos euros, me mudo a Falciano del Massico, cerca de Nápoles.  Si gustan, están invitadas.
       ¿Te salteaste la pastillita de la mañana, Pupé? ¿Qué bicho te picó?
       Ningún bicho, Adelita. El alcalde de ese pueblo abolió la muerte.
       Decíle al mozo que el próximo fernet te lo sirva con más coca. Estás en curda.
       Aunque no lo creas, te juro que es cierto. El tano les prohibió a los habitantes morirse, al menos “en la medida de las posibilidades de cada uno”.
       Como si una pudiera elegir. La Parca no es tan democrática.
       Y ponéle que seas “infractor” y no cumplas la regla. ¿Cuál es el castigo?
       Ni idea. Por ahí, multan a tus deudos. El asunto es que no tienen cementerio.
       ¡Ah! ¡Ahí apareció la madre del borrego! No hay donde poner los fiambres.
       ¡Che! ¡Más respeto por los difuntos! ¿Y dónde entierran a los lugareños?
       En Carinola, el pueblo de al lado. Pero los carinolenses están hartos de cargar con muertos ajenos. Es todo un tema.
       Nada nuevo. Hace años pasó lo mismo en una ciudad cercana a San Pablo. Ahí también las autoridades emitieron un comunicado: “Deben cuidar su salud para no fallecer”. No de buenos, sino porque no tenían un camposanto.
       ¿Se puede saber qué se les dio por hablar de este tema? No hay que invocarla.
       No. Tenés razón. Viene solita.
       Hablando de la Innombrable, ¿se enteraron del reality ése de los chinos?
       ¿Cuál? ¿”Entrevistas antes de la ejecución”? Más morboso, imposible.
       Espeluznante. Entrevistan por tele a condenados a muerte, horas o minutos antes de la ejecución. Bajo rating: lo ven apenas 40 millones de chinos.
       ¿Cómo todavía no se les ocurrió a “Ideas del Sur”, o a esos programas tan edificantes de Documentos América? ¡Se deben querer morir!
       Si acá no existe la pena de muerte, Chola.
       No, claro. Aquí nos matan los chorros. Son freelance los verdugos. Monotributistas. Cuentapropistas.
       Los productores de esa aberración televisiva, se justifican diciendo que la intención es disuadir a los espectadores, “del mismo modo que en la antigüedad se paseaba a los prisioneros por las calles antes de ejecutarlos”.
       Los tortolitos que están en China son el economista y su chica material.
       ¿Quiénes? ¿Martincito y Luli Pop? ¿Tendrán tema de conversación?
       No creo que conversen mucho. Lo de ellos es pura piel.
       Puro plástico, dirás. Esa piba es inflamable. Debería tener siempre un matafuego a mano. Uno de cartera, aunque sea.
       Yo no entiendo qué le vio. Es morocha arrepentida, usa lentes de contacto, pestañas y uñas postizas; está operada de cabo a rabo; seguro que se saca esa dentadura blanquísima para dormir; tiene una voz de pito insoportable; es diminuta y flacucha, con unos globos desproporcionados; no se le cae una idea.
       ¿Me parece a mí, o noto cierta envidia en tu comentario? Viví y dejá vivir.
       ¡Pasa cada cosa! ¿Pueden creer que los suizos rechazaron ampliar de 4 a 6 semanas sus vacaciones anuales?
       Y, ¿qué querés? Son suizos.
       Acá no nos darían las patas pa’salir a festejar, con bombos y platillos.
       Y, ¿qué querés? Somos aryentains. ¡Siga el baile, siga el baile! ¡Chin, chin!