por Irene Bianchi
Arrancando los maratónicos 18 Luna Parks, esta dupla de “gallegos” (catalán, uno y madrileño el otro), tan queridos en la Argentina, deslumbraron la noche del sábado durante más de 3 horas a un público fervoroso que colmó las instalaciones del lugar.
Serrat y Sabina no sólo se llevan a las mil maravillas sobre el escenario –“Lo único que no hay entre nosotros es sexo”- , sino que se potencian notablemente, siendo la suma de ambos, mucho más que dos.
No se limitan a cantar. También actúan. Matizan su show con pasos de comedia, divirtiendo con su histrionismo y picardía. Estos diálogos y situaciones, seguramente guionadas y ensayadas, parecen a simple vista frescas improvisaciones, por la gracia y espontaneidad con que las llevan a cabo. Es un bienvenido “plus”, que el público agradece y festeja estruendosamente.
Se los ve enteros a Joan Manuel y a Joaquín, en muy buen estado físico, ágiles, chispeantes, bailoteando y correteando como dos chicos traviesos que disfrutan plenamente de lo que hacen. Y ese disfrute es sumamente contagioso.
Cantan juntos, solos, temas clásicos, temas nuevos, a veces acompañándose con sus guitarras, otras con esa maravillosa “Orquesta del Titanic”, timoneada por Ricardo Miralles al frente de unos músicos de excepción.
El variado y ecléctico abanico de canciones zarandea la sensibilidad del público devenido en coro, haciéndole transitar las más variadas emociones. Mediterráneo, No hago otra cosa que pensar en ti, Esos locos bajitos, Magdalena, Princesa, Señora, 19 días y 500 noches, Algo personal, Cuenta conmigo, Cantares, Y sin embargo, Contigo, Y nos dieron las diez, Fiesta, y tantas otras. Un delicioso menú para todos los gustos, que hasta incluyó algunos cambios de vestuario, animación digital y bises a granel.
Es una suerte para todos nosotros que estos “Dos Pájaros” de riguroso bombín, sigan revoloteando por estas latitudes y que nadie ni nada los baje de un hondazo. ¡Chapeau!