
Menuda, frágil, vestida de negro, descalza, Cristina Banegas me recuerda a la Piaff. Parada delante de su atril, durante una hora, la prestigiosa actriz comparte con la colmada sala China Zorrilla del Teatro Municipal Coliseo Podestá, el epílogo de la novela “Ulises” del irlandés James Joyce. Ese intrincado monólogo nos trae a la memoria la técnica narrativa que tanto Joyce como Virginia Woolf emplearon en algunas de sus obras: “stream of consciousness” o fluir de la conciencia, una suerte de asociación libre, “un monólogo desordenado y aparentemente ilógico, sin desarrollo lineal, caótico, sin trabas sintácticas, reiterativo, donde se puede prescindir de signos de puntuación y distorsionar la estructura sintáctica del texto.”
Resulta un verdadero desafío interpretar ese texto laberíntico, inconexo, que salta de un tema a otro, de una imagen a otra, de un sentimiento al opuesto. Todo sucede en la cabeza de “Molly”, (esposa de «Leopoldo Bloom», protagonista de la novela de Joyce), en su mundo interno, en su imaginario, con un ritmo vertiginoso, desenfrenado, cual montaña rusa emocional. Todo yuxtapuesto, anárquico, procaz, embrollado, cargado de erotismo. El personaje describe sin tapujos sus experiencias sexuales, sus ardientes fantasías, los atributos de sus amantes, sus romances furtivos y fogosos, el desprecio que le despierta su marido. Se retrotrae a su infancia, su adolescencia, sus pérdidas, sus frustraciones, y repasa su vida entera.
Cristina Banegas posee un enorme abanico de sutiles recursos vocales, gestuales, corporales para construir su “Molly”. Sus brazos, sus manos, su cabellera, sus piernas; ese inclinarse y erguirse de a ratos; los matices de su voz. o más bien, de sus voces. De pronto es el silbato del tren a vapor, o la caída de agua en el Peñón de Gibraltar. Solita su alma, la actriz colma la escena de personajes y paisajes a través de la palabra. La ajustada dirección de Carmen Baliero le imprime matices, ritmo y musicalidad a la puesta.
Nada más hace falta para que se produzca la magia: un texto provocador, audaz y profundo, y una actriz como la Banegas que se entrega en cuerpo y alma a un personaje tan complejo e indescifrable, regalándonos otra imperdible Master Class.