Aclaro: no soy terraplanista, ni fascista, ni gorila, ni anticuarentena, ni golpista, ni contrera., no antidemocrática. Me considero una ciudadana independiente. No estoy afiliada a ningún partido político (o sea, no me caso con nadie). Trato de conservar mi actitud crítica y cierta equidistancia y pragmatismo, para evitar fanatismos. Me uní al Banderazo del 17 de agosto, como muchos otros, para expresarme, no en contra del aislamiento, no negando al virus ni desconociendo la pandemia planetaria, sino expresando mi legítimo temor a que el gobierno esté aprovechando esta situación para apurar ciertas decisiones (la reforma selectiva del Poder Judicial, la reforma de la Constitución, entre otras).  Como el tero, que grita en un lado y pone los huevos en otro.  Por otra parte, era previsible que el oficialismo desacreditara, minimizara y criticara duramente la masiva salida de la gente a la calle. Estaba cantado. Eso hacen siempre. Los irresponsables, los imprudentes, los intolerantes, los desobedientes somos nosotros, los ciudadanos. No un gobierno que sale cada 15 días con la misma cantinela, ni un presidente que dijo abiertamente no creer en los planes económicos. Alguien que también nos instó, en su discurso inaugural: “Si alguna vez sienten que me desvío, salgan a la calle a decírmelo”. Nosotros cumplimos, Señor Presidente. ¿Y usted? 

Publicado en Clarín y en La Nación