Nunca imaginé que cambio de Gabinete post PASO traería consigo un beneficio ad-hoc, casi un milagro: el fin de la pandemia. No más barbijos, la cepa Delta es un espejismo, no más aforo, que viajen los jubilados (¿con qué plata?); que vuelvan las fiestas y los viajes de egresados; que se reactive el turismo (eso sí: todavía hay gente varada en el extranjero).

De pronto, se abuenaron, nos dejan salir, reunirnos, festejar, abrazarnos, besarnos. Tanta generosidad, tanta apertura, tantos permisos, huelen raro, justo un tiempito antes de noviembre. Como decía mi abuela, cuando la limosna es grande, hasta el Santo desconfía.

Irene Bianchi