Es muy curiosa y llamativa la relación que tiene la Presidenta y sus ministros con el lenguaje, con las palabras. Tras largas semanas de silencio, Cristina dio un discurso para sus militantes y cuestionó severamente el término que usó la prensa: “reaparecer”, vinculándolo antojadizamente con las “desapariciones” ocurridas durante la dictadura militar. Por su parte, el ministro de Economía, Axel Kicillof, en el programa propagandístico 678, confesó que se resiste a usar la expresión “plan económico”, porque le suena “noventona”.
Ninguno de ellos habla del “cepo”, creyendo ingenuamente que reemplazando el término con otros vocablos, tal cepo no existió nunca. De igual manera, se cuidan mucho de hablar de “inflación”, como si ignorándola, la hicieran desaparecer a lo David Copperfield.
Se esmeran en emplear eufemismos, sinónimos, expresiones rebuscadas y alambicadas, como si de esa manera lograran disfrazar y maquillar una realidad incontrastable. Por momentos, el verborrágico jefe de Gabinete me recuerda a Fidel Pintos en “La Peluquería de Don Mateo”, maestro de la sanata y la sarasa, que decía mucho y nada al mismo tiempo. Un capo.