“La Nona”, de Roberto Cossa. Elenco: Pepe Soriano, Hugo Arana, Miguel Habud, Sabrina Carballo, Miguel Jordán, Patricia Durán, Mónica Villa. Dirección de arte, vestuario e iluminación: Héctor Calmet. Música original: Malena Graciosi. Dirección general: Jorge Graciosi. Teatro Municipal Coliseo Podestá.

¿Quién es esta “Nona” que todo lo devora? ¿O más bien, qué es? ¿Qué representa? ¿Qué simboliza esta viejecita voraz y resiliente, que sobrevive a todo y a todos, esta anciana centenaria que entierra a toda su familia?

Ese es el gran enigma de este clásico de Roberto “Tito” Cossa, estrenado en 1977. Indudablemente, la obra divierte y provoca carcajadas. ¿Cómo no reírse de esa abuelita que come y bebe cuanto se le cruza? ¿Cómo no reconocer a ese personaje tan autóctono, “Chicho”, el vago que se las da de artista, tirado en la catrera, alérgico al trabajo? ¿O a la jovencita que finge estar siempre “de turno” en una farmacia, cuando cada noche la pasa a buscar un auto distinto, mientras su familia hace la vista gorda?

Pero es inevitable hacer una lectura más profunda y formularse otras preguntas, que cada espectador responderá a su manera. ¿De qué habla el autor? ¿De una sociedad enferma, que agoniza?¿Del país en bancarrota? ¿De un sistema político? ¿De la degradación del individuo? ¿De la decadencia moral que llegó para quedarse? ¿De qué hacer con los “viejos” que estorban, molestan, ocupan lugar y generan gastos?

Lo interesante de la puesta de Jorge Graciosi, es que el director logra hacer convivir en la puesta de este grotesco ambos planos: el del entretenimiento llano y la diversión ingenua, y el otro, el más sombrío, la radiografía de una época. Habrá gente que se irá del teatro habiendo disfrutado de una “comedia”, y otros que vislumbrarán algo trágico en la pintura de esta familia de clase baja y su triste e inexorable final.

Un placer reencontrarse con un actorazo de la talla de Pepe Soriano, que construye un personaje adorable y aborrecible a la vez. ¿Cómo olvidar ese “Loro calabrés”, que se posara en La Plata hace añares. O su reciente trabajo en “La laguna dorada”. Un actor de raza, con un magnetismo intacto y un oficio incomparable.

A su misma altura, Hugo Arana, en un trabajo memorable. Su Chicho es antológico, tan “argento” como el dulce de leche o el choripan. Ladino, fabulador, manipulador, lleva la voz cantante, a pesar de que, al decir de Serrat, “las musas han pasado de él”, y no ha compuesto nada de nada, en toda su vida de holgazán.

Muy logrado el kioskero italiano de Miguel Jordán, “festejante” de la Nona, así como la solterona que compone Mónica Villa. Correctos Miguel Habud, Patricia Durán y Sabrina Carballo.

El recurso de los separadores musicales entre cuadro y cuadro, matiza la acción y da un saludable respiro.

“La Nona”: mucho más que una comedia reidera.