Tengo la inquietante sensación que este gobierno carece de planes. De hecho, creo recordar que el propio Presidente admitió alegremente que “no creía en los planes”. Y, la verdad sea dicho, se nota, y mucho. En lo económico, en lo educativo, en lo sanitario, en la política internacional, en la relación con el campo, con la industria, con los sindicatos, con la oposición, y hasta con los propios. Todo es un día a día, una suerte de improvisación cotidiana, lo cual le impide al ciudadano común programar algo, planificar, proyectarse a mediano plazo. Todo es una enorme incertidumbre, un gigantesco interrogante. Eso sumado a los rumores palaciegos: ¿la Vice no le habla al Presidente? , ¿están distanciados?, ¿quién conduce los destinos de este país a la deriva?. Más allá del maldito virus y la comprensible ansiedad por la vacuna salvadora, los argentinos vivimos desde hace años en una zozobra crónica y constante, un no saber hacia dónde vamos, si es que estamos yendo a algún lado que no sea “cuesta abajo en la rodada.” 

Irene Bianchi para Clarín