· ¡Feliz cumple, Moni! ¿Todavía confesás cuántos?

· Confesar se confiesan los delitos, los pecados, no la edad. ¿Qué tiene de malo cumplir años?

· Nada. La otra alternativa no es muy atractiva que digamos, ¿no? “Six feet under”.

· ¡Obvio! ¡Qué maldita costumbre la de quitarse años! ¡Como si sirviera de algo!

· Lástima que no nacimos en Corea del Sur, o en Taiwán …

· ¿Por?

· ¿No se enteraron? Desde el miércoles pasado, los surcoreanos son uno o dos años más jóvenes.

· ¿Qué estás diciendo, Susy? ¡Eso es imposible!

· No te sulfures. Te explico. Hasta ahora, todos tenían un año al nacer, independientemente de su fecha de nacimiento.

· ¡Qué estafa! Como mucho, se podrían agregar los nueve meses de gestación, no un año entero.

· Pará. Hay algo todavía peor. Si un bebé nacía el 31 de diciembre, el primero de enero ya cumplía dos años por el año nuevo “lunisolar”.

· ¡Qué disparate! ¿Y por qué decís que ahora son más jóvenes que antes?

· Porque dejaron esas boludeces de lado y empiezan a contar desde cero, como nosotros.

· Yo me siento orgullosa de ser de mediados del siglo pasado, aunque suene espantoso.

· ¿Orgullosa? ¿Por qué?

· Porque somos más resilientes que las cucarachas. Sobrevivimos a tantas cosas …

· ¿Como cuáles?

· Por ejemplo, podíamos vivir sin celulares. En mi barrio, sólo un vecino tenía teléfono fijo, y te atendía una operadora. La tele era en blanco y negro, y también había muy pocos aparatos. Las pibas y los pibes vivíamos en la calle, saltando a la soga, andando en bici, en patines, jugando a la rayuela, a la mancha, a la escondida, al ring-raje, al carnaval con bombitas y baldazos, y las cámaras de seguridad eran las matronas sentadas en la vereda, chusmeando y cuidándonos de lejos. Otro mundo.

· Tenés razón, Moni. No cambio esa infancia por nada del mundo. ¡Si hasta escribíamos cartas de amor!

· Y como no existía Wikipedia, nos pasábamos las tardes en la biblioteca popular haciendo la tarea. Todavía puedo oler esos libros y escuchar ese silencio.

· ¡Y los primeros malones! Las chicas: la comida; los chicos: la Coca. O la Bidú.

· ¿Malones? Yo los llamaba “asaltos”. ¡Cómo se extrañan aquellos lentos!

· ¡Lo que chapábamos! ¿Se acuerdan?

· Yo como siempre fui chata como una tabla, usaba corpiños armados, bien duritos y puntudos, y al chapar hacían “plop”, y me deschavaban.

· Gloriosos tiempos de “hot pants”, de minifaldas, de jeans pata de elefante, de moda Courrèges, blanco y negro …

· Yo me hacía la toca para estirar mis rulos. ¡Qué tortura! Muy acomplejada.

· ¡Qué ataque de nostalgia, amigas! Falta que digan que todo tiempo pasado fue mejor.

· No sé si mejor. Distinto. Sin tanto apuro, mirándonos más a los ojos y menos a las pantallas, más conectados de verdad, no virtualmente, de mentiritas.

· Te fuiste por las ramas, Moni, y todavía no dijiste cuántos cumplís.

· Sesentaydiez. ¿Conforme?

· ¡Los cuarenta de antes! ¡Sos una pebeta! ¡Que no decaiga! ¡Chin, chin!

Diario El Día de La Plata, 2/7/2023