Este año, más que nunca, cómo no rendirles homenaje ayer a los médicos en su día, cómo no agradecerles tanto esfuerzo, tanta vocación de servicio, tanta entrega, tanto compromiso, tanta dedicación. Desde que se desató la pandemia, han estado en la línea de fuego, literalmente poniendo el cuerpo, arriesgándose, dejando a veces la vida en el intento de salvar otras vidas. Durante los primeros meses se los aplaudía desde los balcones, se los ovacionaba, junto a todo el personal de salud. Ya no. Hoy, poco reconocimiento, magros salarios, casi, casi «ninguneo» colectivo. ¡Qué poco nos dura la gratitud que merecen! ¡Qué rápido tendemos a dar por sentada su labor primordial e indispensable! Habla pésimo de nosotros como sociedad.

Irene Bianchi