por Irene Bianchi
“El vestido rojo”, de Luis Hopman, por el Grupo Opera Prima. Actriz: Ana Zanotto. Voz en off: Ana Caruso. Gráfica: Gonzalo Varela. Dirección: Noelia Pereyra y Luis Hopman. Saverio Bar Cultural, 71 y 20.
Rebeca limpia y ordena su departamento, mientras espera la visita de un tal Godot (la referencia a la obra de Beckett anticipa claramente que el sujeto nunca llegará). Ansiosa, verborrágica, ciclotímica, habla consigo misma, se mira al espejo, se maquilla, toma mate, mordisquea galletitas. Siempre pendiente del celular, va, viene, habla con (o mas bien escucha), a su “idische mame”, recrea los diálogos con su psicoterapeuta, repasa relaciones fallidas, dormita, sueña, ensaya pasos de baile, se prueba ropa, se deprime, se da manija, se propone metas que seguramente no cumplirá.
Tal el planteo de este unipersonal escrito y dirigido por Luis Hopman. Desde lo teatral, lamentablemente la obra nace y muere aquí. No hay un desarrollo dramático interesante. Es un punto de partida, un borrador para trabajar, más que un producto acabado. Todo es lineal y se vuelve demasiado previsible, demasiado hablado. No hay sorpresas ni climas contratantes. Como espectador, uno espera una vuelta de tuerca que, como Godot, brilla por su ausencia.
Por otra parte, cuesta ver a Rebeca como una perdedora en el amor. No tiene el “physique du rol” de una “loser”. Se la ve sexy, atractiva, con confesados 40 años muy bien llevados, coqueta, muy pendiente de su aspecto y del cuidado personal (hace yoga, pilates, come todo “light”) No resulta creíble, entre otras cosas, que un “candidato” la haya hecho limpiar el baño de su departamento, antes de hacerle el amor por escasos 2 minutos. No condice con la personalidad de una mujer independiente (aunque no aclara cómo se gana la vida) y auto-suficiente.
  La caracterización del personaje encarnado por Ana Zanotto (con sus calzas doradas y sus stilettos “animal print”) no coincide en absoluto con esa mujer frustrada, insegura, y ninguneada por los hombres.
Insistimos, éste parece un proyecto al que le falta desarrollo en cuanto al texto y a la puesta en escena. Acertado el recurso de las “fotos”, con flashes de las acciones de Rebeca mientras espera.

Descubrimos un ámbito muy cálido y acogedor en “Saverio Bar Cultural”, que se suma al pintoresco barrio de Meridiano V, un barrio de la ciudad con estimulante movida artística de todo tipo.