por Irene Bianchi
“El Hombre de la Mancha”, de Dale Wasserman. Música: Match Leigh. Letras: Joe Darion. Traducción y adaptación: Pepe Cibrián Campoy. Elenco: Pepe Cibrián Campoy, Raul Lavié, Cecilia Milone, Hernán Kutel, Gastón Avendaño, Lucas Arbúeas, Alejandro Poggio, Christian Alldio, Patricio Witis, Bruno Pedicone, Martín Selle, Ana Victoria de Vincentiis, Ivano Nardacchione. Directores musicales: Angel Mahler, Damián Mahler. Arreglo de coros: Angel Mahler. Músicos: Dolores Stabilini, Martcho Mavrov, Carlos Di Palma, Daniel Cesano, Guillermo Masutti.Diseño de escenografía: René Diviú. Diseño de vestuario: Alfredo Miranda. Diseño de luces: Pepe Cibrián Campoy. Diseño de sonido: Osvaldo Mahler. Producción general: Julieta Kalik, Angel Mahler, Santiago Zenobi. Dirección general: Pepe Cibrián Campoy. Teatro Maipo, Esmeralda 443. Miércoles, jueves y viernes 21 hs. Sábados 20 y 22.30. Domingos 20 hs.
“El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” es la obra cumbre de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), quien se propuso parodiar los libros de caballería de la época. Alcanzó una fama y una difusión inmediata y fue traducida a todas las lenguas del mundo, siendo el texto más leído, después de la Biblia.
 En apretada síntesis, es el relato de la vida de un maduro hidalgo manchego que enloquece a causa de su desaforada afición a la lectura de novelas de caballerías. Él mismo se considera un caballero andante, y como tal parte de su pueblo en busca de aventuras. Se hace acompañar de un escudero, el aldeano Sancho. La locura induce al hidalgo a convertir en gloriosos episodios lo que no son más que disparatados encuentros. La obra es además el retablo de una época, con sus creencias y prejuicios; un compendio de la mentalidad de la España de comienzos del siglo XXVII.
“El Hombre de la Mancha” se estrenó en el off Broadway en noviembre de 1965, para luego recorrer los cinco continentes. La primera versión en español se conoció en Buenos Aires en 1968 en el Teatro Cómico, protagonizada por Ernesto Bianco, Nati Mistral y Rafael “Pato” Carret.
La nueva y particular adaptación de Pepe Cibrián Campoy que se ofrece en el legendario Maipo, es un enorme y conmovedor homenaje al teatro. El escritor cae preso y es sometido a una suerte de juicio por sus compañeros de celda, antes de comparecer ante el tribunal de la Santa Inquisición. Los maleantes toman como prenda el manuscrito de El Quijote, que sólo será devuelto a su autor si éste logra demostrar su inocencia. Para lograrlo, el personaje asume el papel de director de escena, y los facinerosos serán los actores y actrices –no siempre bien dispuestos- que irán encarnando los roles asignados. Es teatro dentro del teatro (“a play within a play”), como cuando el Príncipe Hamlet escribe un improvisado guión para los comediantes de la legua que llegan a su palacio en Dinamarca, a fin de desenmascarar a su tío.
 Más allá de las memorables composiciones del protagonista, es éste un papel consagratorio para el multifacético Pepe Cibrián Campoy, encargado asimismo de la traducción, adaptación y dirección general de este bello espectáculo. Con sus co-equipers, Raúl Lavié y Cecilia Milone, conforman un trío perfecto, dando sobradas muestras de una inmejorable química entre si. Lavié, además de su voz, le imprime una ternura, una bonhomía y una picardía a su Sancho verdaderamente entrañables. Milone es una exquisita intérprete.
Hay que destacar asimismo a los jóvenes artistas que completan el elenco: un derroche de talento, con una energía arrolladora.
Hermosas melodías ejecutadas por la orquesta en vivo, dirigida por Angel Mahler. La interpretación de la bellísima canción “El sueño imposible” (“The impossible dream”)- leit motiv de la obra- es estremecedora.
Tanto la escenografía, la iluminación como el vestuario, completan una factura cuidada hasta el más mínimo detalle.
En los tiempos que corren, tan desacralizados, tan desangelados, aciagos días en que los vínculos virtuales han tomado el lugar de los reales, y la violencia de todo tipo y el frío pragmatismo imperan, este canto a la poesía, a la imaginación, a la fantasía, es un bálsamo oportuno y necesario.
¡Chapeau, Cibrián Campoy! ¡Por muchas más quijotadas!