por Irene Bianchi
“Máquina para vivir. Intervenciones en la Casa Curutchet”. Intérpretes: Jorge Piranello, José Ordoqui, Natalia Maldini, Iván Haidar, Juan Trinidad, Diana Ragovsky, María Aguirregomezcorta, Aurelia Osorio, Constanza Copello. Asistencia de dirección, coreográfica y general: René Mantiñán, Jorgelina Mongon, Germán Parmetier, Aurelia Osorio. Dirección: René Mantiñán, Laura Valencia, Julia Sbriller, Luciana Lima, Natalia Maldini. Dirección de arte y técnica: Martha de la Gente. Realización de vestuario: Vestuarios Si Sánchez. Video instalación: Diego Stickar. Casa Curutchet, calle 53 entre 1 y 2.
El arquitecto suizo-francés Charles Édouard Jeanneret-Gris (1867-1965), más conocido por el seudónimo Le Corbusier, fue un gran renovador de las concepciones sobre urbanismo, potenciando la funcionalidad y proclamando la reducción de los edificios a las formas geométricas básicas.
La Casa Curutchet es una vivienda unifamiliar que le encargara el cirujano e inventor de instrumental quirúrgico Pedro Domingo Curutchet en el año 1948, uno de los pocos proyectos de Le Corbusier en Latinoamérica.
Este original, multifacético y transgresor creativo, llamaba a sus viviendas “la machine à habiter”, subrayando el valor funcional de sus construcciones, dotadas de una belleza basada en la practicidad y racionalidad.
 Un grupo de jóvenes actores y bailarines “intervinieron” audazmente este sitio emblemático de la ciudad, insuflando vida a los distintos ambientes de la casa, a través de palabras, música, coreografías, gestos, movimientos, proyecciones, juegos de luces, efectos sonoros. El espectador va recorriendo las instalaciones, y se convierte en observador-testigo de escenas breves que tienen lugar en  el sótano, el living, el baño, la cocina y en un par de habitaciones.
 Con algo de los “happenings” del Insituto Di Tella, esta suerte de “living movie” hace juego con el criterio innovador e iconoclasta de Le Corbusier. Al fin y al cabo, el cuerpo humano es también una “machine à habiter”, una máquina para ser habitada. Los actores-bailarines construyen y destruyen, arman y desarman, se arman y se desarman, nacen y mueren. El arte de lo efímero, lo pasajero, lo impermanente.
Destacamos la notable expresividad de Natalia Maldini (“Consultorio”), Constanza Copello (“Living”), e Iván Haidar (“Cocina”).

 Es probable que el espíritu travieso de Le Corbusier haya disfrutado también de esta original “performance”, agazapado en algún rincón de su casa del Boulevard 53.