¿Quién era Octavio Romero? Me informo: “Se desempeñaba como Suboficial 1ro de la Prefectura Naval Argentina. Fue visto con vida por última vez el 11 de junio de 2011 cuando salió de su hogar para encontrarse con un grupo de amigos. Seis días después, fue encontrado muerto, en el Río de la Plata, desnudo y con rastros de golpes. De acuerdo a la autopsia realizada, la muerte del efectivo de la Prefectura, fue consecuencia de “asfixia por sumersión, luego de haber quedado inconsciente tras haber sido golpeado y arrojado al agua”. Ante la ausencia de respuesta por parte de los órganos judiciales, su pareja, Gabriel Gersbach, denunció a la República Argentina ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por la vulneración de derechos consagrados en la Convención Americana, quien denunció que se trató de un crimen de odio en razón de la orientación sexual de Octavio Romero. Según su exposición, previo a su desaparición, Romero habría solicitado autorización al Prefecto Nacional Naval para contraer matrimonio con su pareja, lo que lo iba a convertir en “el primer uniformado en contraer matrimonio homosexual en Argentina”. Un día después de que se aprobara la Ley de Matrimonio Igualitario, Octavio Romero le pidió a la mamá de su novio, Gabriel Gerbasch, la mano de su hijo para casarse. Así, el prefecto “Tavo” se iba a convertir en el primer uniformado en casarse con un hombre.”

Un crimen de odio. Una muestra más de la incomprensible intolerancia que aún hoy, en pleno siglo XXI, caracteriza a grandes sectores de la sociedad en el mundo entero.

 De ahí surge “G.A.R.S.O.” = Gastar Aire Repartiendo Solamente Odio, obra escrita y dirigida por Martín Filiberti, protagonizada por Facundo Manuel, Gustavo Leiva y Her Müller, que vimos en el Casa Cultural “La Macacha” (69 entre 25 y 26, La Plata), última función de esta temporada.

El clima de la pieza es sórdido, ominoso. Se trata de la crónica de una muerte anunciada. El director apuesta al surrealismo, creando una atmósfera onírica. La puesta en escena es cuasi coreográfica. Resulta dolorosamente contrastante el amor de la pareja protagónica (el idílico  vínculo entre el “Nani” de Manuel y el “Camilo” de Müller), con la oscuridad encarnada por el personaje de Gustavo Leiva: un ser tenebroso, turbio, perverso, símbolo de la homofobia, sadismo y corrupción. Los tres actores, verosímiles, medulares, contundentes.

A veces, como en esta ocasión, el teatro sirve de valioso testimonio, y denuncia atrocidades, toma partido, enfrentando al espectador a realidades lacerantes, incómodas, que nos obligan a no mirar para otro lado. Misión cumplida.

Hay datos del afuera, en la voz en off de Cami Escrivano (responsable asimismo de la fotografía y asistencia). La escenografía es de Juan Camargo y el maquillaje de @aluhbob.mua

G.A.R.S.O. vuelve en 2024. Estén atentos.