por Irene Bianchi 
Otra temporada teatral rica en propuestas de géneros muy variados.
En el Teatro Municipal Coliseo Podestá, tuvimos ocasión de ver una “master class” de teatro semimontado, con la incomparable China Zorrilla encabezando una comedia costumbrista urbana de Federico Mertens, dirigida por Santiago Doria, que gira en torno a una madre y sus dos hijas, siempre pendientes de lo que hacen y dejan de hacer sus vecinas, “Las d’Enfrente”. El prolífico autor argentino Carlos Gorostiza se hizo presente con “Vuelo a Capistrano”, conmovedora comedia dramática protagonizada por Daniel Fanego y Beatriz Spelzini, bajo la dirección de Leopoldo Minotti, que alude al ritual anual de las golondrinas como metáfora de animarse a volar en pos de los sueños. Un clásico de Arthur Miller, “Todos eran mis hijos”, con una soberbia dupla de actores: Ana María Picchio y Lito Cruz, y dirección de Claudio Tolcachir: insoslayable reflexión sobre las responsabilidades individuales y el deber de hacerse cargo de los propios errores. La simpatiquísima chilena Pilar Sordo, autora de éxitos editoriales como “Viva la diferencia”, “Lecciones de seducción”, “Con el coco en el diván”, propone una mirada humorística sobre los vínculos afectivos, haciendo gala de un notable histrionismo. Una visita internacional: José Sacristán, quien puso su cuerpo, su voz y su extraordinaria sensibilidad al servicio de la poesía del enorme Antonio Machado, en una noche mágica e inolvidable. El grupo de teatro “The Buenos Aires Players”, deleitó a miles de estudiantes y profesores de inglés con sus comedias musicales “Peter Pan”, “Around the World” y “Gimme a Break!”, excelente ocasión para disfrutar del idioma en un contexto informal y divertido. María Valenzuela, Martha González y Julia Zenko, dirigidas por Jorge Azurmendi, protagonizaron una obra de la autora francesa Denise Chalem, “Decíle a mi hija que me fui de viaje”, crudo análisis de los vericuetos del alma femenina. Manuel González Gil adaptó el guión de “Cuando Harry conoció a Rally”, comedia interpretada por Araceli González y Raúl Taibo, en la que este último se lució en un rol alejado del típico galán de telenovela. José María Muscari vino con sus “Ocho Mujeres”, entretenido “thriller” a lo Agatha Christie, con un par de veteranas –Norma Pons e Hilda Bernard- que le sacan lustre al escenario. “Smail”, un repaso de los 30 años de carrera del talentoso Aníbal Pachano, con un afiatado cuerpo de baile en un atractivo popurrí coreográfico, y un vestuario bello y sofisticado.
La Comedia de la Provincia, en su sala Armando Discépolo, ofreció una logradísima puesta del “misterio moderno” de Francisco Defilippis Novoa “He visto a Dios”, dirigida por Norberto Barruti, enmarcada en la impactante escenografía de Quique Cáceres y un “capo lavoro” de Omar Fanucchi, en un personaje a su medida. Santiago Doria dirigió “Venecia”, la multipremiada obra del jujeño Jorge Accame; tierna, emotiva, profunda, inspiradora. Gastón Marioni y Tato Finocchi divirtieron a grandes y chicos con “Tanguito Mío”, acrobática y danzada historia de amor en un conventillo, al ritmo del 2 por 4.
En el Taller de Teatro de la UNLP, a sesenta años de la muerte de su autor, el clásico de Armando Discépolo: “Babilonia, una hora entre criados”, una mirada ácida y punzante del mundo de los inmigrantes, que arribaron a la Reina del Plata huyendo de la guerra y el hambre, en busca de la tierra prometida. Norberto Barruti al frente de un elenco de 15 actores y actrices impecables. “Rápido nocturno, aire de foxtrot”, pieza de Mauricio Kartún, dirigida también por Barruti, protagonizada por Laura Lago, Pablo Pawlowicz y Horacio Martínez: una historia pequeña de antihéroes, que sondea temas medulares.
En el siempre renovado Espacio 44 de Daniel Gismondi, tres propuestas interesantes. “No soy un caballo”, creación colectiva de Eduardo Pérez Winter y los actores Diego Cremonesi, Walter Jacob y Francisco Egido, obra que inevitablemente asociamos con los conceptos de Peter Brook en “El Espacio Vacío”, por la teatralidad austera y esencial de su puesta en escena. “Marta Riquelme, la otra frontera”, pieza basada en cuentos de Guillermo Enrique Hudson y Ezequiel Martínez Estrada, con dramaturgia de Nelson Mallach y dirección de Daniel Gismondi, y una destacada actuación de Alicia Durán. El innovador realizador cordobés Paco Giménez desembarcó con su “Charada”, una suerte de “happening” teatral, preñado de guiños cómplices al genial Walt Whitman.
En el Colegio de Abogados, el incansable y entusiasta Roberto Conte, se puso al frente de “El Herrero y el Diablo”, de Juan Carlos Gené, con un memorable duelo actoral entre Nico Stratico y Alberto Paiz, y un versátil y multifacético elenco.
En el Auditorio de la Sociedad Odontológica, “Ridiculum Vitae”, con su “Recalculando”, volvió a las andanzas del humorismo musicado que ya es su marca registrada.
 Gastón Marioni, en su renovada sala del Teatro Estudio, dirigió a María Inés Portillo en un espectáculo unipersonal que toca un tema dolorosamente álgido en los tiempos que corren: la violencia de género. Gran trabajo de la actriz y autora de “La lengua cosida”.
 En el Pasaje Dardo Rocha Carolina Painceira y Marcello Allegro, dirigidos por Diego Aroza, fueron “Cibelina” y el Maestro Bornolio”, dos personajes ideados por Ricardo Talento en “El Soplador de Estrellas”; una aventura de azotea con final feliz.
Dos seres muy especiales hicieron “mutis por el foro” este año. A nivel local, un cabal hombre de teatro, Pipe Herscovich: un tipazo, personaje entrañable, pintoresco y muy querido por todos los elencos que trajinaron los escenarios del Opera y del Coliseo, a lo largo de incontables temporadas. Un “Espantapájaros que quería ser Rey”, y lo fue. A nivel nacional, la talentosa María Elena Walsh, referente de varias generaciones, a quienes cautivó con su picardía, su ingenio, su ironía y su fina inteligencia.
Tomando prestadas las palabras de la creadora de “Manuelita”, hacemos votos para que en el año que estamos a punto de estrenar, se vuelvan a encender “las viejas luces del nuevo varieté” de la escena platense.