por Irene Bianchi
  • ¡Chicas! ¡Estoy chocha! ¡Volvieron Los Simuladores, mi programa favorito!
  • ¿En serio? Ni enterada. ¿No serán episodios repetidos, como los de Francella?
  • No, éstos son nuevos, con otros actores y otros productores. Capítulos estreno.
  • ¿Y quiénes son los protagonistas?
  • Por ahora, Leonardo Fariña y Federico Elaskar. Se irán sumando otras figuras al elenco. Parece que Lanata comanda el equipo de guionistas.
  • Ni idea quiénes son. Ilustres desconocidos. Salvo el Gordo, claro.
  • ¿Vos vivís en un tupper, Elenita? Si estuvieron en todos los programas, haciendo difusión a troche y moche. Publicidad por expectativa, que le dicen.
  • ¿Vos hablás de Leo, el marido de Lo dejo a tu criterio Jelinek?
  • Sí, el mismo. Un actor muy versátil. El domingo hizo un personaje, y el lunes otro totalmente opuesto. Julio Chávez, un poroto al lado de ese pibe.
  • Disculpáme, Chela. Pero me parece que estás confundida. Eso no es ficción.
  • Elenita tiene razón, Chela. Lanata destapó una olla pestilente, más allá de que se le haya dado vuelta la dupla Batman y Robin de la noche a la mañana.
  • Te explico, Chela. Parece que estos dos chichipíos son la punta de un iceberg descomunal, que tiene que ver con corrupción, fuga de divisas, lavado de dinero
  • En eso, soy experta. Mis hijos me retan porque nunca reviso los bolsillos de los jeans antes de meterlos en el lavarropa. Un desastre.
  • Desastre es el de Karina. Su Príncipe Azul de colita resultó trucho. Destiñe mal.
  • ¿Cuál Karina? ¿La Princesita? ¿No me digas que no está más con el Kun? Seguro que es culpa de Yanina. Anda diciendo que tuvo algo con el papá.
  • ¡Qué mezcolanza tenés en el bocho, Chela! Yo hablo de la Jelinek, que estaba durmiendo con el enemigo. El BMW se transformó en calabaza en un tris.
  • Peor Iliana Tiramisú, que se acaba de desayunar que su maridito, el Rossi dientes de conejito, tiene negocios un tanto turbios, allá por Panamá.
  • Que aproveche a aullarle Liiiiiiiiiibreeeee antes que lo encanen.
  • Tarde piaste. Ya lo rajó de la casa. Se derrumbó la Familia Ingalls.
  • ¿No será una Calabroma? ¿Una jodita para Tinelli? Todo muy raro, ¿no?
  • Otra cosa que dijeron esos 2 perejiles es que podés comprar divisas por kilo.
  • ¿Yo? ¡Ni cien gramos! ¡A esta altura, estoy más seca que empanada de talco!
  • Chicas, yo les pregunto algo: esas minas ¿son o se hacen? ¿No les llama la atención que, de buenas a primeras, cada vez entre más guita a la casa?
  • Ernestina Páiz las llama inoludas. Por las dudas, no preguntan.
  • Digo yo, a esos arrepentidos ¿no los habrán apretado? El miedo no es zonzo.
  • Todo puede ser. Ninguno de esos tipos son bebés de pecho. Son pesutti, pesutti.
  • Qué denso que está todo, ¿no? Miren Estados Unidos: en menos de una semana, una explosión en Boston, otra en Texas, cartas venenosas a la Casa Blanca
  • ¡Quévachaché! Mal de muchos, consuelo de inoludos.
  • Che, ¿adónde nos podríamos ir, para rajar de todo, de todos y de todas?
  • ¿Qué tal un paraíso fiscal? Belice, Barbados, Islas Caimán, Islas Vírgenes.
  • No, en esa última no creo que nos acepten. Si nos revisan, estamos sonadas.
  • Empecemos a armar un charter, amigas, porque la cosa se está poniendo fea.
  • No crean. Cada vez nos parecemos más a algunos países del Caribe. Climatizamos un poco el Atlántico, y listo el pollo.
  • ¡Brindo por el fin de la inoludez! ¡Mozo, vivarachol para todas! ¡Chin, chin!