por Irene Bianchi
  • ¡Che! ¡Cada vez somos menos! ¿Las chicas se fueron de vacaciones o hay algunas bajas en el equipo y no me enteré? Últimamente, no miro las cruces.
  • ¡Cruz diablo, mufa! Es enero. Deben estar todas en la playa.
  • Les confieso que un poco de envidia me da, pero lo bueno es que la ciudad está desierta, menos autos, menos gente, lugar para estacionar. Todo más tranqui.
  • Lo malo es que todos salen pero nadie se desenchufa. Eligen balnearios con wi-fi, tienen el blackberry adosado al bronceador, twitean todo el tiempo. De terror
  • Hay que reconocerlo: nos hemos vuelto adictos a toda esta “droga” tecnológica
  • Cuando éramos chicas, teníamos que hacer cola en la telefónica de Mardel, y siempre había un mínimo de 2 ó 3 horas de demora para hablar a Buenos Aires.
  • Y además usábamos el teléfono para decir cosas puntuales: llegamos bien, llueve y hace frío desde el lunes, mañana nos toca Sierra de los Padres, las entradas al teatro están carísimas, volvemos tal día, llevamos alfajores y dulce.
  • Ni postales ya deben comprar los turistas, con esto del celu con cámara.
  • ¡Cómo ha cambiado todo en pocos años, ¿no?! Parece mentira.
  • ¿Pocos? No te hagas la pendex, Vero. Estamos hablando de la década del 60.
  • Es cierto. Pero como la vida se me voló, parece que fue ayer.
  • Y con esto de los fines de semana puente, la gente fracciona cada vez más sus escapadas. Con mi familia nos íbamos un mes. Ahora una semanita y gracias.
  • ¡Es un amasijo, Mirta! Pasás más tiempo en la ruta que en el lugar de descanso. Volvés con los pelos de punta, y mucho más estrés del que llevabas puesto.
  • Otra conducta adictiva es la que tiene la farándula vernácula con los móviles de los programas chimenteros de la tarde. Todavía no se largó la temporada a pleno y ya compiten quién va primero en la taquilla. No tienen paz.
  • Creen que vender escándalos y vender entradas van de la mano, cosa que dudo.
  • El trío “Galerita-Zezeozo-Chocolatero” no paran de arañarse. Se van a quedar sin extensiones de tanto tirarse de las mechas los muchachos. ¡Aflojen, che!
  • Lo que se vino a pique es el nivel de las riñas mediáticas. Antes se peleaban las cabezas de compañía. Hoy apenas las extremidades. Ignotas bataclanas.
  • ¿Y qué se les dio a las compañías por ir a Carlos Paz? ¿Qué tendrá el Cucú?
  • Parece que el reforestado de la Sota rebajó los impuestos al teatro. Por eso.
  • Las que se fueron se pierden a los “personal trainers” gratis que puso el intendente en las plazas. Están re-fuertes. En una de ésas, me levanto uno.
  • Es más probable que te levanten ellos a vos, cuando te estroles contra los yuyos.
  • Otra atracción local que se pierden es el monstruíto acuático del Lago. Le pasa el trapo al “cabralito” salteño y al “nahuelito” barilochense
  • ¿Vos lo viste con tus propios ojos, Vilma? ¿Te consta?
  • No. Al Bosque sola no voy. Le tengo miedo al lobo.
  • ¿Porque come abuelitas, Mirta?
  • ¡Qué graciosa! Te recuerdo que soy tía abuela, no abuela propiamente dicha.
  • ¡Parecés la Giménez, negadora! ¿Vieron que casi se le quema el rancho esteño?
  • ¡Qué nivel tiene Punta! Es como la Ibiza del Río de la Plata. ¡Super-top!
  • No. Punta ya fue, chicas. Hay otras playas mucho más “cool”: José Ignacio, La Pedrera, La Paloma, Punta del Diablo, Cabo Polonio. El caretaje está ahí.
  • Yo las invito a darse unos buenos baños de asiento en mi humilde pelopincho.
  • Pero pongámosle un toque de glamour. Yo aporto los daikiris. ¡Chin, chin!