por Irene Bianchi 
  • ¡Ay, Chuchi! ¿Por qué toda de negro y con un ramo de flores marchitas? ¿Justo hoy. el día de los enamorados?
  • Precisamente por los mismos argumentos. Soy contrera. Aborrezco esta fecha de plástico, si las hay. Reivindico a los corazones solitarios.
  • Pero ése era un programa de Roberto Galán, en el que la gente iba a buscar su media naranja. No era una reivindicación de la soledad.
  • Vos dirás que sangro por la herida y hablo de resentida, pero este festejo me parece cursi, meloso, empalagoso y groncho.
  • Será porque no tenés ningún festejante que te arrastre el ala y te regale bombones o peluchitos.
  • ¿Y a mí, qué? El chocolate engorda, y los peluches me dan calor.
  • Y ningún muchacho de enfrente, te tiene loca de amor.
  • De aquí, me voy a la Recoleta.
  • ¿Al cementerio? Con razón el luto.
  • ¡No, chambona! Los anti-San Valentín porteños organizaron una fiesta temática, que se llama: “Yo no me quiero casar, ¿y usted?” Hay que ir solo, sin celular y jurar que no estás ni estuviste enamorada recientemente.
  • ¿Y si justo ahí conocés a alguien que te gusta y te enganchás?
  • En el fondo, eso espero. Aunque no creo que los flechazos y los arrumacos estén bien vistos. Debe haber patovicas que – al primer mimo -te ponen de patitas en la calle.
  • Pero, Chuchi, no te conviene. Esa fiesta va a estar llena de despechados, amargados, abandonados, ninguneados y perdedores.
  • Mis pares. Me voy a sentir como pez en el agua.
  • ¿Y qué habrá de comer? Seguro que nada dulce: alcauciles, aceitunas, jamón crudo, lengua a la vinagreta. Y de tomar, limonada sin azúcar o “Amargo Obrero”.
  • La idea de esta gente es boicotear al mercado. No hacerles el juego.
  • Chicas, convengamos que- salvo los cumpleaños o los aniversarios muy íntimos-, todas las demás fechas se han vuelto recontra comerciales.
  • ¡Y bueno, che! ¡Los comerciantes también tenemos que vivir! ¿Qué tiene de malo? Aguanten el día del padre, de la madre, del abuelo, del niño, del tío, del sobrino, del amigo, del enemigo…
  • Y en lugar de mullidos sillones, ¿a que te hacen sentar en camas de clavos oxidados, para intensificar el sufrimiento, Chuchi?
  • Pero no, Peti. La idea no es sufrir sino –muy por el contrario- reírse de los que consumen este festejo, sin darse cuenta que son títeres del mercado.
  • ¿Sabés una cosa? Los anti también lo son. Todos lo somos, de un modo u otro.
  • No tenés necesidad de ir a Recoleta, Chuchi. Mirá esta mesa: para muestra, basta un botón. El angelito rechoncho nos pasó como alambre caido. Más que Cupido, escupido.
  • Propongo un brindis por las solas, por opción u omisión. ¡Chin, chin!