¡Ay, Chuchi! ¿Por qué toda de negro y con un ramo de flores marchitas? ¿Justo hoy. el día de los enamorados?
Precisamente por los mismos argumentos. Soy contrera. Aborrezco esta fecha de plástico, si las hay. Reivindico a los corazones solitarios.
Pero ése era un programa de Roberto Galán, en el que la gente iba a buscar su media naranja. No era una reivindicación de la soledad.
Vos dirás que sangro por la herida y hablo de resentida, pero este festejo me parece cursi, meloso, empalagoso y groncho.
Será porque no tenés ningún festejante que te arrastre el ala y te regale bombones o peluchitos.
¿Y a mí, qué? El chocolate engorda, y los peluches me dan calor.
Y ningún muchacho de enfrente, te tiene loca de amor.
De aquí, me voy a la Recoleta.
¿Al cementerio? Con razón el luto.
¡No, chambona! Los anti-San Valentín porteños organizaron una fiesta temática, que se llama: “Yo no me quiero casar, ¿y usted?” Hay que ir solo, sin celular y jurar que no estás ni estuviste enamorada recientemente.
¿Y si justo ahí conocés a alguien que te gusta y te enganchás?
En el fondo, eso espero. Aunque no creo que los flechazos y los arrumacos estén bien vistos. Debe haber patovicas que – al primer mimo -te ponen de patitas en la calle.
Pero, Chuchi, no te conviene. Esa fiesta va a estar llena de despechados, amargados, abandonados, ninguneados y perdedores.
Mis pares. Me voy a sentir como pez en el agua.
¿Y qué habrá de comer? Seguro que nada dulce: alcauciles, aceitunas, jamón crudo, lengua a la vinagreta. Y de tomar, limonada sin azúcar o “Amargo Obrero”.
La idea de esta gente es boicotear al mercado. No hacerles el juego.
Chicas, convengamos que- salvo los cumpleaños o los aniversarios muy íntimos-, todas las demás fechas se han vuelto recontra comerciales.
¡Y bueno, che! ¡Los comerciantes también tenemos que vivir! ¿Qué tiene de malo? Aguanten el día del padre, de la madre, del abuelo, del niño, del tío, del sobrino, del amigo, del enemigo…
Y en lugar de mullidos sillones, ¿a que te hacen sentar en camas de clavos oxidados, para intensificar el sufrimiento, Chuchi?
Pero no, Peti. La idea no es sufrir sino –muy por el contrario- reírse de los que consumen este festejo, sin darse cuenta que son títeres del mercado.
¿Sabés una cosa? Los anti también lo son. Todos lo somos, de un modo u otro.
No tenés necesidad de ir a Recoleta, Chuchi. Mirá esta mesa: para muestra, basta un botón. El angelito rechoncho nos pasó como alambre caido. Más que Cupido, escupido.
Propongo un brindis por las solas, por opción u omisión. ¡Chin, chin!