• Las voy a matar, chicas. Esto no se los perdono.
  • ¡Qué espíritu navideño, Celia! ¿Qué bicho te picó?
  • Ningún bicho. No sé por qué les hice caso.
  • ¿Podrías ser un poco más precisa, amiga? No sabemos qué nos estás reprochando.
  • A ver, ¿es o no es verdad que me insistieron que me operara?
  • ¿De las lolas? ¡Pero eso fue hace mucho, cuando todavía estábamos en edad de merecer.
  • Tampoco me refiero a eso.
  • ¿Entonces?
  • ¿Acaso no se acuerdan cuando fuimos a Las Toninas en mi auto, y me criticaron a morir por mi manejo.
  • ¿Cómo olvidarlo? Si casi nos estrolamos varias veces por tu chicatez.
  • Y tuvieron el tupé de sacarme un turno con el oculista sin consultarme.
  • Por tu propio bien, Celia. Y por el nuestro, para futuras escapadas.
  • Bueno, pero resulta que me descubrieron cataratas más grandes que las del Iguazú, y me operé.
  • ¿Qué buena noticia, nena! ¿Ahora ves mejor?
  • ¡Todo veo! ¡Todo! Con una nitidez despiadada. Me miré al espejo y me caí de culo.
  • ¿Por?
  • Yo antes me veía lisita, con un cutis de bebé, tersa, lozana. Ahora me miro y parezco un papiro. El espejo me devolvió la imagen de mi vieja, cuando ya estaba vieja. Un shock.
  • Y a nosotras, ¿cómo nos ves?
  • Si prefieren, les miento.
  • Sí, mejor. Ahorrános el disgusto. Como canta el Nano: nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
  • ¿Saben qué creo? Que antes de salir de la operación de los ojos, habría que aprovechar la anestesia y el quirófano, para que un cirujano plástico nos estire. Una promoción “dos por uno”. Salís con buena vista y hecha una pendex.
  • No es mala idea. Hasta una lipo te pueden hacer. Chapa y pintura.
  • Cuando dijiste que te caíste de culo al verte, Celia, me acordé de una cosa referida al voto de nuestros diputados y senadores, chicas.
  • ¿Qué tiene que ver?
  • Que yo siempre decía que votaban como el culo, pero me equivoqué de preposición. No es “como” sino “con”.
  • “Como” no es una preposición. Disculpáme. Es un adverbio.
  • ¡Ay, bueno! Sabelotodo. No viene al caso tu observación gramatical.
  • A ver, explicáte, Chuchi.
  • El otro día miraba una sesión en Diputados, y Massite le pidió a uno de ellos que se pusiera de pie y se volviera a sentar, porque su voto no quedaba registrado.
  • ¿Y el tipo qué hizo?
  • Se paró y volvió a apoyar el trasero en su banca. Ahí sí se prendió la lucecita. O sea …
  • Que votan con el culo. Tenés razón. Literalmente. ¡Qué plato, che!
  • ¡Se armó un conventillo  en el recinto que ni les cuento. Es más entretenido que mirar a los Simpson.
  • Che, ¿ligaron algo? ¿Cómo se portó Papá Noel?
  • Ni preguntes. Yo todavía no sé quién fue el o la sátrapa de “mi amigo invisible” que me regaló una longaniza, ¿pueden creer?
  • Muy fálico. Erótico el obsequio. ¿Será una indirecta?
  •  Lo dejo a tu criterio. ¡Chin, chin!