por Irene Bianchi     
  • No saben lo que soñé anoche, mientras miraba el Bailando, chicas. Que Tinelli, de buenas a primeras, se calzaba una peluca rubia y una botas de taco blancas, obligaba a toda su gente a hacer lo mismo, y corrian una maratón gay por el estudio de Ideas. ¡Qué pesadilla!
  • No lo soñaste, Nilda. Hasta el pecosito Codevila se montó en un par de “stilettos”. Un descontrol.
  • Yo lo ví, y me hizo acordar a esos bailongos de barrio en Año Nuevo, cuando ya están todos mamados con fresita, y van a parar a la banquina.
  • Y encima darle tanto protagonismo a esa tilinguita teñida, que ni sabe ubicar en el mapa el país donde nació. Esa pibita no es ejemplo de nada para nadie.
  • Yo pensé que la fauna autóctona del programa era patética, pero estos especimenes importados de Marbella son todavía peores. Les ganan por goleada a los locales.
  • Tanto que moqueó Marcelo por la partida de su mentor, Badía; tanto que se desgarró las vestiduras, me pregunto por qué no intenta  imitarlo un poquito. Digo, apuntar un cachito más alto y mejorar la calidad de sus productos.
  • ¡Qué calidad ni calidad! Aquí lo que importa es la cantidad, Beba, el clink-caja, la biyuya. Ese zafarrancho improvisado midió más que bien, por eso lo hizo de goma y lo estiró hasta el cansancio.
  • Un toquecito, vaya y pase, pero se fue de mambo el chabón.
  • Es que se ceban con las mediciones; el canto de sirena de la caja boba.
  • Si hasta el hijo del Cabezón dijo por twitter que el viejo le daba vergüenza ajena, pobrecito. Fue lapidario el borrego.
  • ¿Se acuerdan del mito de Fausto? ¿Ese tipo que firma un pacto de sangre con Mefistófeles y le entrega su alma, a cambio de gozar de los placeres y halagos de la vida eternamente? Bueno, acá el Diablo es el “rating”. Ni más ni menos.
  • No queda bien decir que lo popular y masivo no necesariamente es bueno. Te tildan de elitista, de sobaco ilustrado, pero es así.
  • ¿Y qué me cuentan de la pulseada Nación vs. Provincia?
  • Otro show bizarro. Y los que pagamos los platos rotos somos nosotros, los gilastrunes, papanatas y pipistrelos diplomados. El pavo de la boda.
  • ¿Pavo? ¡Ni eso! Pollo y gracias. Y bastante desplumado.
  • No. Digo pavos por pavotes. Simples espectadores pasivos y resignados, mirando cómo se tiran la pelotita, en un siniestro juego de ping-pong.
  • Y las peleas entre los miembros del “honorable” jurado de Marcelo, o entre ellos y los participantes, son idénticas a las de los políticos. Los que hoy se odian, ayer nomás se amaban, y mañana vuelven a aliarse, según convenga.
  • Lo bueno es que tanto en la farándula como en la política, nadie resiste un archivo. Ahora Bigote Hannibal salió a aclarar que lo de la “sensación de inseguridad” nunca lo dijo. Mirá vos.¿Tendremos alucinaciones auditivas?
  • Son carne de diván. Como si negar los problemas los hiciera desaparecer por arte de magia. Ojalá fuera tan sencillo. Yo me miraría al espejo y me vería flaquita, firme, joven y lisita.
  • Se me ocurre parafrasear a Sor Juana Inés de la Cruz: “Hombres necios que acusáis/ a otros hombres sin razón/ sin ver que sois la ocasión/ de lo mismo que culpáis.”
  •  Acá razones sobran. Lo que brilla por su ausencia es la capacidad de razonar. ¡Chin, chin!