– ¡Feliz Día, amiguitas!

– ¿Nos estás cargando, Patri? Muy “niñas” no somos.

– Los extremos se tocan. En cualquier momento, volvemos a los pañales.

– ¡Hablá por vos! Yo estoy regia, y no tengo incontinencia urinaria ni de la otra.

– ¿Quién pudiera envejecer como Madonna? Cumplió 60 y está hecha una piba.

– ¡Qué viva! Con guita cualquiera envejece bien. Una estirada cada tanto, siliconas varias, electrodos a rolete, botox a raudales, hilos de oro, tratamientos de belleza carísimos. No se puede competir.

– Y chongos jóvenes que te renuevan la sangre.

– ¿Y qué me cuentan de la One? Cumplió 72 el jueves pasado. Y los confiesa sin pudor.

– ¿Por qué decís “confiesa”, Myriam? Los pecados se confiesan. La edad se blanquea o se oculta. ¿O acaso hay que avergonzarse de cumplir años?

– La Reina Madre lo hizo por primera vez en su vida. “En febrero de 2019 cumplo 92 años”.

– ¡Chocolate por la noticia! Si todos lo sabíamos. ¡Vaya novedad!

– Sí, pero ella nunca lo decía. Ahora salió del placard, por decirlo de alguna manera.

– Desde que la One reemplaza a Rial en “Intrusos”, el programa chimentero se convirtió en un show autorreferencial, ¿vieron? Habla de ella todo el tiempo. Me agota un poco.

– Tiene la autoestima muy elevada, como buena leonina.

– ¿Será cierto que fue amante del ex Presidente capicúa?

– Ella lo niega, pero el yiojano no dejó títere con cabeza. La jugaba de seductor.

– El no está envejeciendo bien. Y sigue abulonado al Senado, a pesar de todas las causas en su contra.

– Habría que fumigar el Congreso, chicas. De “Honorable” no tiene nada. Es una cueva, un aguantadero, una guarida.

– La culpa es nuestra. Nunca nos tomamos el laburo de leer con detenimiento la letra chica de las listas sábanas, y nos empoman con impresentables en las dos Cámaras.

– Habrá que llevar una lupa al cuarto oscuro, entonces. Porque estamos bastante chicatas.

– ¿Se dan cuenta que estamos a un año de las Paso 2019? ¡Mamma mia!

– Está por verse quiénes zafan de la gayola. A este paso, habrá que construir más cárceles.

– ¡Qué jodido debe ser pasar de una mansión o de un Hotel 5 estrellas, a una celda infecta del Penal de Ezeiza, ¿no? ¡Qué bajón!

– Me divierte ver cómo se agarran a las trompadas entre ellos. Lucha en el barro.

– ¿Y por qué creen que los empresarios se apuran a confesar sus pecados? No creo que estén realmente arrepentidos. Sólo quieren zafar de las esposas.

– ¿Cuáles? ¿Las cónyugues o las de metal?

– Ambas, tal vez. Hay que ver cuánto dura el amor en estas circunstancias, ¿no?

– Puede que zafen, pero las caripelas, nombres y apellidos ya los conocemos. Quedaron escrachados ante las cámaras los poderosos ricachones que coimeaban sin mosquear.

– Ojo que puede caer en la volteada el padre de Mauri, empresario de toda la vida.

– Y bueno. Ahí se verá si tiene uñas de guitarrero el Presi.

– Y eso ¿qué quiere decir?

– Eso. Que no salve ni al primo ni al viejo ni a ningún miembro de su familia ni de su entorno cercano, ¿se entiende? En la pista se ven los pingos.

– Estos días, me vino a la memoria la canción de María Elena Walsh: “Ay qué vivos, son los ejecutivos, qué vivos que son, del sillón al avión, del avión al salón, del harén al edén, siempre tienen razón, y además tienen la sartén por el mango, y el mango también.”

– Pero parece que esta vez saltó el aceite hirviendo de la sartén, y están todos escaldados.

– Volviendo a la edad, chicas, no sé si saben que ya no se dice “sexagenarias” sino “sexalescentes”. Estamos viviendo nuestra segunda adolescencia.

– ¡Ay! ¡Me volvió el alma al cuerpo, Myriam! ¡Brindemos por eso! ¡Chin, chin!