por Irene Bianchi
Y volvieron a llenar tres funciones en la Sala Ginastera del Teatro Argentino de La Plata. Los platenses, fieles espectadores de estos artistas únicos, agotaron las entradas a poco de salir a la venta. Nunca nos cansamos de disfrutar de sus antologías. Con 47 años de trajinar escenarios, Les Luthiers conservan intacta su marca en el orillo, porque hace rato son ya una marca registrada.
¿Están grandes? Sí, como todos nosotros, que venimos consumiendo sus espectáculos desde finales de la década del ’60. Sólo que ellos además “son” grandes, por su ingenio, su calidad musical y vocal, su inagotable creatividad, la sutileza del humor que cultivan, tan alejado de lo vulgar y previsible, en las antípodas de la comicidad berreta que es hoy moneda corriente.
Cultores de la ironía y del doble sentido, nunca subestiman la inteligencia del espectador, sino que le adjudican el rol de cómplice, de partícipe necesario.
Y lo que salta a la vista, es que se siguen divirtiendo como locos. No se los ve mecanizados ni achanchados. Gozan, y generan goce. La química que logran con su público de todas las edades, es la merecida cosecha de lo que han sabido sembrar durante una trayectoria impecable, coherente, variada, rica.
En esta ocasión, enmarcaron el espectáculo dentro de un programa de “Radio Tertulia”, conducido por Marcos Mundstock (“Moreno”) y Daniel Rabinovich (Ramírez”). Los desopilantes cuadros fueron: “¿Quién mató a Tom Mc Coffee?” (música en serie); “Así hablaba Sali Baba” (verdades hindudables); “Loas al cuarto de baño” (obra sanitaria); “Las Majas del Bergantín” (zarzuela náutica); “Receta Postrera (vals culinario); “Amor a primera vista” (bossa libidinosa); “Dilema de amor” (cumbia epistemológica); “Pepper Clemens/Sent the Messenger/ Nevertheless the reverend/ left the herd” (ten step), y fuera de programa el infaltable rap “Los jóvenes de hoy en día”, como broche de oro.
Cantan, bailan, tocan instrumentos estrambóticos, componen personajes: ¿qué más se les puede pedir a estos “monstruos” del humor? Nada. Sólo cabe seguir disfrutándolos.