Cuando uno se informa y lee que “El búfalo americano” fue escrita por David Mamet, recibió un Premio Pulitzer, reventó la taquilla en cuanto teatro se representó, y fue llevada al cine (protagonizada nada menos que por Dustin Hoffman), lógicamente las expectativas son muy altas. Y si, como frutilla de la torta, el elenco local está integrado por actores de la talla de Roly Serrano y Claudio Rissi, más el muy promisorio Abel Ayala, dirigidos por el avezado Luis Romero, el entusiasmo es aún mayor.

De ahí la enorme decepción como espectadora al ver esta versión en el Teatro Municipal Coliseo Podestá el sábado 27 de octubre. Con excepción de la lograda escenografía corpórea, el resto hace agua por todos lados. La pieza nunca arranca, nunca parece salir del planteo, con una deliberada morosidad.  Nunca queda claro el conflicto entre los personajes, no hay desarrollo, todo está como empantanado, estático, detenido. El uso de micrófonos inalámbricos (absolutamente innecesario en un teatro con la excelente acústica como el Coliseo Podestá), dificulta la audición y la comprensión de los parlamentos. Los actores gritan, vociferan, en un esfuerzo digno de mejor causa. La dicción de Serrano tampoco resulta clara.

Por momentos, se tenía la impresión de estar viendo una suerte de ensayo pre-general  (con las desprolijidades y titubeos lógicos de un “work in progress”), y no un producto terminado.

Tampoco hay remate en el final. Muchos espectadores aplaudieron de pie y creo que fue por la genuina admiración que sienten por el elenco, no por la calidad de esta propuesta en particular. Una pena.