“TOC TOC”, de Laurent Baffie. Elenco: Ernesto Claudio, Patricia Echegoyen, Osqui Guzmán, Maida Andrenacci, Leticia González De Lellis, Juan Grandinetti, Lara Ruiz..Traducción: Julián Quintanilla. Diseño de escenografía: Paula Sabina. Puesta de luces: Blas Alza. Producción general: Eloisa Cantón, Sebastián Blutrach, Morris Gilbert y Bruno Pedemonti. Productores asociados en gira: MA Producciones. Dirección general: Lía Jelín. Teatro Municipal Coliseo Podestá.

“TOC” alude a los Trastornos Obsesivos Compulsivos que, quien más quien menos, todos padecemos. La obsesión por el orden y la limpieza, por la simetría, conductas repetitivas, ciertas fobias, cábalas, ciertos rituales que nos dan seguridad, con los que hacemos frente a la ansiedad y a los temores irracionales.
En la comedia del francés Laurent Baffie, seis pacientes se dan cita en el consultorio de un prestigioso psiquiatra, el Dr Cooper, quien se demora en llegar. Cada uno de ellos padece de un TOC particular. “Alfredo” (Ernesto Claudio), del síndrome de Tourette y de coprolalia, caracterizados por múltiples tics físicos y el empleo de palabras y gestos obscenos. El taxista “Camilo” (Osqui Guzmán), de aritmomanía: un ritual obsesivo que consiste en el impulso irresisitible de contar palabras, objetos y de hacer cálculos matemáticos. “Blanca” (Leticia González), padece de un miedo desmesurado a contraer cualquier enfermedad, más el Toc asociado a la limpieza y al temor a la contaminación, que tan bien retratara Jack Nicholson, con su personaje Melvin Udall, en la película “Mejor Imposible”. “María Auxiliadora” (Patricia Echegoyen), una santulona, que sufre de frigidez y represión sexual, cuadro agravado por la necesidad imperiosa de verificar todo constantemente (cartera, llaves de luz, gas, agua, etc). “Liliana” (Maida Andrenacci), que repite todo dos veces, y “Otto” (Juan Grandinetti), que tiene obsesión con la simetría y fobia a pisar líneas.
 Camilo propone matar el tiempo con un juego de mesa, en el desarrollo del cual cada uno hará gala – muy a su pesar – del TOC que lo aqueja. Terminado el juego, el mismo Camilo propone una suerte de sesión grupal, en la que deberán presentarse de a uno, y compartir su problema con el resto. También intentarán una suerte de competencia, para intentar –al menos durante 3 minutos – controlarse y no ceder al TOC, esfuerzo digno de mejor causa.
En el ambiente teatral se suele decir que el fracaso tiene mil explicaciones, mientras que el éxito, ninguna. Sin embargo, nos arriesgamos a afirmar que el éxito rotundo e indiscutible de “Toc Toc”, con más de 3 años de localidades agotadas en distintas plazas, dos elencos simultáneos y una enorme cantidad de premios recibidos, tiene sus claras razones.
En primer lugar, el fenómeno de identificación del espectador es inmediato, puesto que se siente reflejado en uno u otro personaje. Uno se ríe de sí mismo o de alguien muy cercano (padre, madre, hermano/a, amigo/a, pareja, vecino/a), que se comporta de manera similar. Por otra parte, bien sabido es que los argentinos somos bastante “adictos al diván”, muy entrenados en analizar nuestro comportamiento y el ajeno.
En segundo lugar, la brillante dirección de Lía Jelín, le imprime un ritmo alocado y desaforado a la comedia, que impide que decaiga la atención durante las casi 2 horas que dura el espectáculo.
En tercer lugar, los actores y actrices, aceitadísimos, le sacan todo el jugo posible a sus criaturas. El tachero de Osqui Guzmán lleva la voz cantante y el bastón de mando, pivoteando la acción de la pieza. El logrado y sorpresivo final es un verdadero  “coup d’effet”.
Sin embargo, hay (¿en la adaptación local?) un excesivo regodeo en la reiteración de recursos, que pierden por ello efectividad e impacto. Aún en una comedia que gire en torno a los TOCs, la superabundancia de malas palabras (con el perdón de Fontanarrosa), y de los gestos que las acompañan, agotan un tanto al espectador, que  los ve venir.
 La comedia de Laurent Baffie colmó cinco Coliseos Podestá el fin de semana pasado, tras lo cual vuelve con nueva fecha en julio, dado su enorme poder de convocatoria.
 “TOC TOC”: un espejo en el que mirarnos, sin temor a que se rompa.