por Irene Bianchi
“Tanguito Mío”. Libro y letras: Gastón Marioni. Elenco: Alejandro Racu Pérez, Fabio Prado González, Luciano Guglielmino, Rossana Benencia, Florencia Zubieta, Marcelo Allegro, Ma. Laura Albariño, Gustavo Portela y Pablo de la Fuente. Música original: Tato Finocchi. Escenografía: Martina Urruty. Vestuario: Kitty Di Bártolo. Luces: Gastón Marioni y Martina Urruty. Asistencia de dirección: Laura Otero. Coreografías, puesta en escena y dirección general: Gastón Marioni. Sala Armando Discépolo, calle 12 entre 62 y 63, domingos 17 hs. 
“Juan” (Racu Pérez) entra casi a oscuras al conventillo que fuera de su abuelo, ahora en venta. Mientras espera a los posibles compradores, se topa con unos misteriosos avioncitos de papel, amarillentos y algo ajados, pero con una extraña particularidad: cada vez que Juan toca uno de ellos, suena un tango de la vieja guardia. Y esa música, cual sortilegio, convoca a los antiguos habitantes del lugar, inmigrantes recién llegados con el sueño de “hacer la América”.
Juan, bandoneón en mano, viaja al pasado y musicaliza las escenas que se suceden en el conventillo, como un testigo partícipe de sus propias raíces, rastreando casi sin querer sus orígenes. Esa circunstancia involuntaria lo ayudará a tomar una decisión fundamental.
  Esta nueva comedia musical de Gastón  Marioni es un verdadero deleite para grandes y chicos. Los actores y actrices componen personajes muy graciosos y pintorescos: “Espósito” (Prado González), el porteño dueño del inmueble; su hijo, “Tanguito” (Guglielmino), un seductor de arrabal; el tano panadero “Donato” (Allegro) y su hija “Milonguita” (Albariño); el temible turco “Rasul” (Portela); su hijo “Deka” (De la Fuente); “Mawiya” (Tenencia) y “Sarita” (Zubieta), madre e hija.
  Pasa de todo en este inquilinato: intrigas, engaños, artimañas, amores cruzados, desencuentros, atracos, simulaciones, pero todo termina bien, como Dios manda, gracias a la oportuna intervención de Sarita (desopilante composición de Florencia Zubieta), quien no duda en desenmascarar al farsante Rasul, aún a pesar de sus propios intereses.
Un personaje protagónico de “Tanguito Mío” es- sin lugar a dudas- la excelente escenografía móvil de Martina Urruty, manipulada por los mismos actores, y realzada por la lograda puesta de luces y las imágenes proyectadas, imágenes que nos recuerdan que –quien más, quien menos- todos “venimos de los barcos”.
Los diálogos son ágiles, picados y sabrosos. Las frases extraídas de tangos y milongas emblemáticas de la música ciudadana: guiños cómplices con los adultos de la platea.
Otro acierto visual: el colorido y creativo vestuario de Kitty Di Bártolo.
Las coreografías de Gastón Marioni, particularmente aquellas en la que los actores bailan con linternas, resultan muy atractivas. Un golpe de efecto que aporta una cuota de magia y asombro: la coreografía aérea de Luciano Guglielmino, en la que Tanguito y Milonguita mecen su amor de balcón a balcón.
Muy inspirada la banda sonora de Tato Finocchi. 
Hubo algunos problemas subsanables con los micrófonos inalámbricos, que dificultaron la audición por momentos.
“Tanguito Mío”: una propuesta para disfrutar en familia, esmerada, entretenida, cuidada, original, con una notable producción, y un equipo de primera