Se cayó el sistema de un radar de Ezeiza que opera los aeropuertos del AMBA. Todo un símbolo, ¿no? No me extraña. En un país sin brújula, sin timón, sin rumbo, sin gobierno, a la deriva; en un país donde la improvisación está a la orden del día, donde se cambian funcionarios (que no funcionan) sin que nada cambie; en un país donde hay un Presidente que no preside y una Vice que sólo habla cuando tiene que defender sus intereses personalísimos; ¿por qué debería extrañarnos que no funcionen los radares? Todo hace juego. En eso son coherentes los kirchneristas. Rompieron todo, hasta los radares. Volvieron peores. Tal vez, lo único bueno de este desmadre es que se han esmerado en demostrar su absoluta incapacidad en todas las áreas. Ya ni se les puede otorgar el beneficio de la duda. El que quiera oír, que oiga.
Diario Clarín, 13 de octubre 2022