La obra de la dramaturga australiana Suzie Miller cosechó numerosos premios desde su estreno  en Sidney en 2019. Cuando desembarcó en Broadway, su protagonista Jodie Comer (a quien algunos llaman la nueva Meryl  Streep) recibió un Tony como mejor actriz.

“Prima Facie” (en lenguaje jurídico : a primera vista), originalmente titulada “On the face of it”, gira alrededor de una abogada penalista, que ha ganado prestigio y reconocimiento entre sus pares, por haber defendido exitosamente a unos cuantos hombres acusados de agresión sexual, logrando “probar” su inocencia. Canchera, segura de sí misma, autosuficiente, un tanto vanidosa, con su autoestima intacta y una mirada un tanto masculina, “Romina Valeria Figueroa” (Juieta Zilberberg), conoce todas las estrategias y “chanchullos” para “hacer pisar el palito” a las víctimas que interroga, haciéndolas dudar, contradecirse, confundirse, trastabillar, para así sacar airosos a los supuestos victimarios. Pero sucede que la taba se da vuelta, y la propia Romina sufre un brutal episodio en carne propia, que la degrada súbitamente al rol de perdedora. Ese dramático punto de inflexión será un antes y un después en su carrera y en su vida. Se me ocurre la frase “el burlador burlado”, alguien que cae en su propia trampa, que cava su propia fosa. Y ahí aparece otro personaje, otra Romina, en las antípodas de la “winner” del comienzo.

Más allá del caso puntual, o más bien a través del mismo, la autora cuestiona aquí al sistema judicial en su totalidad, gestado mayoritariamente por hombres, y a su escasa y a veces nula perspectiva de género.

El trabajo actoral de Julieta Zilberger es magistral. Logra desdoblarse en múltiples personajes con una ductilidad asombrosa. Es ella, su madre, su hermano, sus compañeros de oficina, su abogado defensor, el policía que la interroga, la joven policía que la alienta, su agresor, un taxista, y otros tantos. La actriz puebla la escena de modo tal que el espectador ve y escucha a esos otros como si ahí estuvieran. Su maratónico lenguaje corporal y gestual acompañan esa sutil transformación, suscitando empatía y complicidad por parte de una platea que ni respira ante tanta tensión y suspenso. La entrega en cuerpo y alma de Zilberger es conmovedora. No retacea nada, no escatima nada. El público del Teatro Municipal Coliseo Podestá agradeció semejante “tour de forcé” aplaudiendo de pie al final. Una verdadera Master Class.

La excelente dirección de Andrea Garrote es milimétrica, minuciosa, precisa, cuasi coreográfica. Nada distrae en la puesta en escena deliberadamente minimalista. Nada quita la atención del conflicto. Ambas conforman una dupla poderosa, y producen una tormenta perfecta.

El unipersonal de Suzie Miller es muy perturbador, incómodo, doloroso, inquietante; plantea más preguntas que respuestas. En inglés se diría “food for thought”, esas obras que invitan a una profunda charla posterior, en la cena post teatro.

“Prima Facie” es una propuesta imperdible en su vuelta a la cartelera porteña, Teatro Picadero. Avisados.

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