por Irene Bianchi 
“Por tu padre”, de Dib Carneiro Neto. Elenco: Federico Luppi, Adrián Navarro. Escenografía: Marcelo Pont. Dirección: Miguel Cavia. Teatro Municipal Coliseo Podestá. 
La obra del autor brasileño Dib Carneiro Neto es muy interesante, entre otras cosas porque obliga al espectador a realizar una lectura minuciosa para desentrañar la trama. Hay ambigüedades deliberadas, trampas, transiciones del mundo real al imaginario, saltos temporales; un clima onírico que dificulta la clara percepción de lo que está sucediendo en escena.
Toda la acción transcurre en una capilla, mientras afuera, arrecia la lluvia. Un hombre ha fallecido y sus deudos organizaron una misa de cuerpo presente (?). Llega un joven (Navarro), de unos treinta años. Nervioso, tenso, inquieto, casi asustado, se sorprende al ver aparecer a quien fuera socio de su padre, personaje que siempre detestó, por haber mantenido un affaire con su madre, a espaldas de todos. El hombre (Luppi), un seductor nato, seguro de sí mismo, sobrador, no ha perdido ni el pelo ni las mañas con la edad.
El joven parece haber detenido su crecimiento a los 12 años, curiosamente, la misma edad que tiene su propio hijo hoy. Es inmaduro emocionalmente, incapaz de enfrentar a este sujeto de hombre a hombre, a lo macho. Por el contrario, suena como un niñito contrariado, lastimado, confundido, indefenso, con un fuerte vínculo edípico con su madre, y creyéndose único poseedor de un secreto que, de ser revelado, destruiría a su familia.
Parte su “archienemigo” y aparece “su padre”. El sí tiene un secreto para contarle, un dato que cambiará toda su óptica, que sacudirá sus cimientos y lo obligará a revisar su historia y su identidad. Nada es lo que parecía. Los adultos sabían cosas que él desconocía. Llegó la hora de la verdad. Dolorosa, inesperada, cruda, pero tal vez el punto de inflexión para que este nene treintañero pueda finalmente despegar y crecer.
Es tarea del espectador averiguar quién es quién, quién murió  y quién no. Hay pistas: el vestuario es una de ellas. La fugaz aparición del sacerdote, otra. La carta, una tercera.
La obra toca tangencialmente otros temas: los años negros de la dictadura, la sexualidad, la institución matrimonial, la hipocresía social, los miedos, los tabúes y prejuicios, sin caer nunca en el panfleto ni en la moraleja fácil.
Federico Luppi – que compone tres personajes- y Adrián Navarro, arman un apasionante contrapunto, un duelo escénico del que ambos salen airosos.
Luppi tiene una naturalidad tal que parece estar improvisando. Navarro posee una paleta de recursos que lo hacen estar a la altura de su prestigioso compañero.
“Por tu padre”:  descubrimiento de una verdad liberadora.