Yo no me olvido de ciertas cosas. No me olvido del “Vacunatorio VIP”, de amigos y familiares de políticos y funcionarios con coronita, que se colaron cuando llegaron las vacunas. No me olvido de ese obsceno festejo de la Primera Dama en Olivos, mientras nosotros, encerrados, ni siquiera podíamos despedir a nuestros muertos. No me olvido de las piedras primero apropiadas y luego profanadas. No me olvido de la subestimación del pueblo en boca de alguien que aseguró que “con platita” todos los errores de la gestión se borran como por arte de magia. No me olvido de la promesa de mejorar la jubilación mínima, que es nada comparada con las de privilegio que cobra la Vice. No me olvido del padre de Solange a quien se le impidió ver a su hija viva por última vez. Ni del padre de Abigail Jiménez, que tuvo que cruzar el límite entre Tucumán y Santiago del Estero, con su niña agonizante en brazos. No me olvido de las escuelas cerradas a piedra y lodo en la Provincia de Buenos Aires durante 2020. No me olvido del dedito acusador ni de los constantes retos del Presidente, responsabilizándonos de su pésimo manejo de la pandemia. No me olvido de la maestra desquiciada, adoctrinadora de alumnos, elogiada por Alberto Fernández. No me olvido de Lucas Cancino, una víctima más de la inseguridad galopante de la que nadie, absolutamente nadie, se ocupa. No me olvido de los funcionarios que despotrican contra el capitalismo, y luego mueren por una selfie con Biden. No me olvido de la falta de plan, de programa, de rumbo, de brújula… de este gobierno que apuesta a la improvisación constante. Recordando todo esto y muchas cosas más, entraré el 14 de noviembre al cuarto oscuro. Memoria. Irene Bianchi ​irenebeatrizbianchi@hotmail.com