“MARIELA NAVAS”, un espectáculo escrito, dirigido e interpretado por Claudia Tobo. Diseño de escenografía: Marta Cofrade. Realización de escenografía: La Máquina Poética. Diseño de iluminación: La Máquina Poética. Fotografía: ojosdemoscafotógrafos. Diseño gráfico: UNA. Asistente de dirección y movimiento escénico: Enrique Corrales. Sala Las Tablas, calle 40 entre 18 y 19.

“Mariela Navas” es un espectáculo unipersonal del que la actriz colombiana Claudia Tobo es a la vez autora, directora y protagonista. ¿Quién es la mujer que da título al monólogo? Se trata de una campesina a quien el enfrentamiento armado entre la guerrilla y los paramilitares, obliga a huir de su paradisíaco pueblito en el departamento de Antioquia, en el noroeste de Colombia, hacia una barriada pobre de Bogotá, donde se instala con marido e hijos. El fuego cruzado ha diezmado poblaciones enteras. El propio hermano de Mariela es uno de los tantísimos desaparecidos. Los ríos esconden en sus lechos miles de cadáveres, algunos cruelmente despedazados, a quienes los deudos jamás tendrán el consuelo de dar cristiana sepultura.

Mariela es sostén de su hogar. Vende café y arepas caseras, con lo cual “para la olla”. Dialoga animadamente con quienes visitan su humilde vivienda (a la sazón, los espectadores de la obra), y comparte con ellos sus gratos recuerdos de infancia y otros recuerdos para nada gratos, que incluyen hasta una violación. Todo ello, mientras les (nos) convida café y sabrosas arepas recién hechas.

A pesar de todo lo padecido, Mariela es una mujer que celebra la vida. Canta, baila, reza, y parlotea sin cesar. Es resiliente hasta la médula. No es instruida, pero no tiene ni un pelo de tonta. Valiente y frontal, nunca dejará de reclamar ante los poderosos de turno la restitución de los arrebatados. Foto en mano, grita a voz en cuello frente a las autoridades que hacen oídos sordos.

Claudia Tobo, que integra la compañía Hispano-Colombiana “La Máquina Poética”, se entrega con cuerpo y alma a la composición de la entrañable Mariana Navas, en una interpretación rica en matices, que provoca ternura, emoción y empatía. Versátil, graciosa, verosímil, la actriz rompe sin dificultad la cuarta pared, e interactúa con naturalidad con el público, integrándolo en un ida y vuelta amable y fluido. El resultado es una conmovedora ceremonia compartida.

Hay elementos simbólicos en la puesta, como las piedras (el río), o esa casita que lleva a cuestas, potente imagen del desarraigo.

“Mariana Navas” es una muy interesante mirada al conflicto armado en Colombia, desde el punto de vista de los oprimidos de siempre.