Leandro Alcaraz, chofer de colectivo, 26 años. No le tocaba trabajar el domingo. Lo hizo para tener el lunes libre, y poder festejar el cumpleaños de su hijita de 3 años. Tiene otro bebé en camino. Tenía. Porque lo mataron. Otra víctima más de la inseguridad. El muerto nuestro de cada día. Algo a lo que nos hemos acostumbrado, que hemos naturalizado. Es moneda corriente. Porque quienes deben velar por nuestra seguridad, no lo hacen. O no lo hacen bien. Nosotros, los ciudadanos de a pie, los que tomamos colectivos, trenes, los que esperamos con el corazón en la boca que nuestros hijos o nietos lleguen sanos y salvos a nuestra casa, no tenemos la suerte de la Gobernadora Vidal, que vive custodiada y protegida en una base militar. Podría decirse que, más que vivir, el resto sobrevivimos. Huérfanos de toda orfandad. Librados a nuestra propia suerte. Y no exagero. Ni un ápice. Indefensión total. Y enfrente: indiferencia total. O incapacidad.