por Irene Bianchi 
“Las D’Enfrente”, de Federico Mertens. Teatro semi-montado, con China Zorrilla, Jorge Rivera López, Fito Yanelli, Marikena Riera, Marisol Otero, Laura Palmucci, Emmanuel Biaggini y Paula Villanustre. Asistencia de Dirección y Producción Ejecutiva: Guillermo Calz. Dirección: Santiago Doria. Teatro Municipal Coliseo Podestá. 
Federico Mertens (1886-1960), fue uno de los máximos exponentes de la literatura costumbrista, junto con Gregorio de Laferrere y Florencio Sánchez.
En “Telones y Bambalinas: el Buenos Aires Teatral de Federico Mertens”, la investigadora Susana Shirkin de Testado dice en referencia a “Las d’enfrente”: “Si bien el inmigrante italiano es la fuente de comicidad, la acción se centra en el proceder disparatado de la esposa e hijas criollas de éste que, despreciando el origen itálico del padre y su oficio de almacenero, pretenden copiar hasta el más mínimo detalle de las vidas de sus vecinas distinguidas, en su pretensión de ganar prestigio social, cayendo en el ridículo y centrando la caricatura en el elemento criollo mientras se suaviza la del inmigrante, basada fundamentalmente en el uso del cocoliche.”
“Dorotea” (Zorrilla) está casada con “Esteban Cappellone” (Rivera López), con quien tiene dos hijas (Marikena Riera y Paula Villanustre) y un hijo (Emanuel Biaggini). El almacenero tiene un dependiente, “Genaro” (Fito Yanelli), su mano derecha. Completan el elenco una criada (Laura Palmucci) y una amiga de las hijas (Marisol Otero), que terminará siendo parte de la familia.
Dorotea y sus hijas están obsesionadas por calcar la vida de “las d’enfrente”. No se resignan a ser menos en ningún sentido. Si una de ellas planea casarse, hay que orquestar rápidamente el casorio de una Cappellone, aunque resulte forzado. Si la familia “d’enfrente” tiene luz eléctrica, ellos no pueden quedarse atrás. Y así sucesivamente, desde lo más nimio a lo más trascendente.
El formato elegido para esta puesta es el del teatro semi-montado. Libreto en mano, sin escenografía, los actores y actrices interpretan sus personajes leyendo sus lineas, desplazándose mínimamente. El acento está puesto en la palabra más que en las acciones; en el buen decir. Es tarea del espectador atento completar la puesta, imaginando los ámbitos en los que se desarrollan las escenas.
China es una verdadera maestra de ese “buen decir”. Sus tonos, sus matices, los claroscuros de su voz, sus pausas, sus transiciones, su picardía, todo puesto al servicio de un texto gracioso y fresco, a pesar del tiempo transcurrido desde su estreno en 1909. Otra vez, la Zorrilla da una clase de teatro, como lo hizo con “Emily”, con “Camino a la Meca”, con “El diario privado de Adán y Eva”, espectáculos que deleitaron al público platense en su momento, ese mismo público fiel y consecuente que colmó la sala del Coliseo Podestá para reencontrarse con la madrina de nuestro hermoso teatro.
A su lado, se luce otro gran actor: Jorge Rivera López, en la piel de ese tano trabajador, algo terco y tacaño, eso sí, pero débil ante los múltiples e incesantes requerimientos de sus hijas.
El resto del elenco, muy homogéneo y eficaz a la hora de construir sus personajes. Muy potente y conmovedor el monólogo del pobre Genaro cuando “le cuelgan la galleta”.
Ajustada y precisa la dirección de Santiago Doria.
“Las D’Enfrente”: una cita obligada con el carisma y talento de una actriz única e irrepetible.