En octubre de 2018 vi “Terrenal, Pequeño Misterio Ácrata”, obra escrita y dirigida por Mauricio Kartun, que permaneció en cartel durante largas temporadas, siempre a sala llena, y cosechó premios por doquier. Una obra icónica, diferente. Porque Kartun es eso, un dramaturgo diferente, arriesgado, iconoclasta, pícaro, trasgresor, alguien que conoce las reglas y se complace impunemente en romperlas. Es un verdadero maestro de la palabra. Refiriéndome a “Terrenal”, en su momento escribí: “El texto de Kartun derrocha poesía. Ha trabajado la palabra como un orfebre, cincelando cuidadosamente cada vocablo, cada frase, cada metáfora.”.

 Esta reflexión aplica también a “La Vis Cómica”, la pieza que los platenses pudimos disfrutar en nuestro querido Teatro Municipal Coliseo Podestá.  Hay un regodeo en la elección deliberada del lenguaje que el autor pone en boca de sus personajes, seres descastados, un tanto marginales, huérfanos, a la deriva. Ellos son “Angulo, el malo” (Horacio Roca), “Toña” (Stella Galazzi), Isidoro, el dramaturgo (Luis Campos) y “Berganza”, el perro (Cutuli). Todos ellos son actores de la legua venidos de España, que desembarcan con su destartalado carromato en el fangoso Río de la Plata en tiempos del Virreinato, con el sueño de montar sus espectáculos en la plaza pública, hacer unos dinerillos y rumbear luego hacia Asunción.

“Angulo” es un ser oscuro, ventajero, manipulador, perverso, arrogante, altanero. Más que cabeza de compañía, es el Amo y Señor que menosprecia y destrata a sus esclavizados compañeros. Como buen trepador, no titubea en acercarse a los poderosos de turno y granjear sus favores, aunque de esa manera traicione sus valores artísticos, si es que alguna vez los tuvo. “Toña” e “Isidro”, por el contrario, son fieles a sus convicciones, y no se venden. En cuanto al perro parlante cervantino, “Berganza”, oficia de relator, una suerte de “Deus ex machina” que acota, resume, comenta, opina, adjetiva, rompiendo la cuarta pared, en su diálogo virtual con el público. También será el vengador que precipite un final anunciado.

Una “Master Class” actoral brindan los cuatro. Su lenguaje gestual y corporal es soberbio. Sus voces, tonos,  desplazamientos, pausas, silencios, miradas: engranajes aceitados que hacen que el conjunto sea atrapante, preciso, muy logrado. La dirección del propio autor es meticulosa. Hay alternancia de climas, de ritmos, y la puesta permite el lucimiento de todos y cada uno.

El significado de “vis cómica”  es la “capacidad de hacer reír”. Hay mucho humor en la obra de Kartun, como lo había en “Terrenal”.  Muchos guiños cómplices dirigidos implícitamente a actores, directores, productores, representantes artísticos, dramaturgos, teatristas en general. Jerga y gajes  del oficio que los espectadores reconocen y festejan en complicidad.

Un plato fuerte en la programación 2024 del Coliseo. Otro más, para beneplácito de los teatrófilos platenses.