
“La Madre”, obra del autor francés Florian Zeller, protagonizada por Cecilia Roth, Gustavo Garzón, Martín Slipak y Victoria Baldomir, no es una pieza de fácil lectura e interpretación. El espectador no sabe a ciencia cierta si lo que está viendo es lo que realmente está sucediendo en escena entre los personajes, o más bien lo que acontece en la atribulada mente de esa madre que padece, entre tantas otras cosas, la ausencia de su hijo (¿e hija?) Nicolás. Hay una sucesión de escenas, cada una calcada de la anterior, pero con leves, casi imperceptibles diferencias. Inevitablemente la asocio con “El día de la marmota”, con esa exasperante repetición que propone el film, esa reiteración ad-infinitum de gestos, palabras, frases, movimientos, conductas, casi automatizadas. Una suerte de “looping” eterno, en el que nada se resuelve, nada termina, todo vuelve a empezar. Imagino la dificultad de memorizar la letra, dada la reiteración de diálogos casi idénticos.
Esta es la primera vez que veo a Cecilia Roth en teatro. Su interpretación de “Ana” es medular y destila verdad. Una mujer a la deriva que ahoga sus penas en alcohol y ansiolíticos, reclamando a gritos afecto y atención. Su vínculo patológico con su hijo (Slipak), la frialdad e indiferencia de su pareja (Garzón), el desprecio y celos que siente hacia la novia de Nicolás (Baldomir). Una vez cumplida su tarea de madre, pareciera que Ana no sabe qué hacer con su vida, nada para ella tiene sentido, da lo mismo seguir viva o no. Coquetea con la idea del suicidio, aunque no queda claro si es una manipulación para victimizarse, o puede llegar a concretarlo. Lo evidente desde el vamos es que su salud mental está en juego.
Gustavo Garzón, Martín Slipak y Victoria Baldomir modifican sutilmente a sus criaturas a lo largo de la acción dramática, con distintas actitudes en cada escena, aun cuando se digan las mismas cosas. ¿Acaso son proyecciones del inconsciente de Ana? ¿Productos de su afiebrada imaginación? Los cuatro conforman un equipo compacto, sincronizado, afiatado, fluyendo sin escollos a lo largo de esta pesadilla doméstica. Gran elenco. El público platense colmó y disfrutó las dos funciones de “La Madre” el pasado fin de semana en el Teatro Municipal Coliseo Podestá.
Tanto el diseño de escenografía de Micaela Sleigh como el diseño de iluminación, juegan papeles vitales en la puesta. Ambos crean el clima onírico que la obra exige. La dirección de Andrea Garrote es muy precisa. Mueve a los personajes como piezas en un tablero de ajedrez, avanzando, retrocediendo, desapareciendo, reapareciendo entre tules, en un clima surrealista y engañoso.
“La Madre” completa la trilogía de Florian Zeller, precedida por “El Padre” (llevada al cine, protagonizada por Anthony Hopkins) y “El Hijo” (con Hugh Jackman ). Una perturbadora antología familiar.