Creo que no hay peor vileza que especular con el hambre de la gente. Ya lo sospechábamos, pero ahora se comprueba con pelos y señales que algunos punteros y dirigentes sociales castigan a los beneficiarios de planes si no asisten a las marchas. ¿De qué manera? Multándolos o privándolos de la mercadería que les correspondía. ¿Se puede ser tan cruel, tan inhumano, tan desaprensivo? Parece que sí. Y luego esos mismos dirigentes se llenan la boca hablando de los pobres, hasta derraman lágrimas de cocodrilo para aparentar sensibilidad y empatía. Me pregunto cómo pueden conciliar el sueño sin que semejante sadismo les pese en la conciencia. Una a una se van cayendo las máscaras y revelando quién es quién. Es muy probable que éste sea uno de los motivos por los que el kirchnerismo perdió las últimas elecciones. Los argentinos ya no comemos vidrio. Sépanlo.
Diario Clarín, cartas del lector