por Irene Bianchi
“La Jaula de las Locas”, de Jean Poiret. Elenco: Marcelo De Bellis, Emilio Bardi, Mónica Villa, Fernando Lúpiz, Divina Gloria, Horacio Sansivero, Federico Bal, Juana Repetto, Ricardo “Mono” Ibarlín, Leandro Martinez, Emi Figueredo, Lucía Ruiz Ortiz, Pedro Ferraro, Santiago Flores, Juan Freddy Romero. Bailarines: Walter Collia, Mateo Erdocia, Nacho Gonatta, Diego Góme, Nicolás Ilbelle, Joel Ledesma, Gabriel Martina, Maximiliano More, Santiago Torres. Escenografía: Sergio Company. Vestuario: Manuela Vidal Rivas. Coreografía: Magui Bravi. Diseño lumínico: Esteban Ivanec. Asistentes de dirección: César Barella, Laura Otero. Dirección general: José María Muscari. Producción: Comedia de la Provincia. Sala Armando Discépolo, calle 12 entre 62 y 63. Viernes, sábados y domingos.
“La Cage Aux. Folles” de Jean Poiret (1973), tuvo varias versiones cinematográficas memorables. Una con Ugo Tognazzi y Michel Serrault, y la hollywoodense, dirigida por Mike Nichols, con Robin Williams y Nathan Lane (1996).
En Buenos Aires se estrenó en 1976, en pleno proceso, con Osvaldo Miranda y Tincho Zabala. Hubo una versión musical protagonizada por Tato Bores y Carlos Perciavalle, y una tercera con Miguel Angel Rodríguez y Roberto Carnaghi.
Mucha agua ha pasado bajo el puente desde que Poiret escribió este divertido vodevil, y afortunadamente hoy en día las relaciones homosexuales de las que habla la pieza, hasta tienen un marco legal y no espantan a nadie, o casi a nadie. Tan lejos estamos de dichos prejuicios, que no falta quien señale que el amor heterosexual se está volviendo “demodé” (“animus iocandi”).
Marcelo De Bellis y Emilio Bardi son René y Albino, dueños de “La Jaula de las Locas”, un cabaret de travestis parisino. Teo (Bal), hijo de René, está a punto de contraer matrimonio con Muriel (Repetto), y cae con los padres de la joven, los Ocampo (Villa y Lúpiz), un matrimonio ultra conservador, que se ubica en las antípodas de la pareja gay. ¿Cómo conciliar estos mundos diferentes? Para colmo de males, irrumpe la madre biológica de Teo, Simona (Divina Gloria), que aportará lo suyo a esta comedia de enredos y simulaciones.
Más allá de la corrección de los roles protagónicos, hay personajes secundarios que sobresalen por su meticulosa composición. Destacamos al excelente Emiliano Figueredo (mayordomo), y la desopilante pareja que arma con John Freddy Romero, su mascota. Horacio Sansivero, en la piel de Jenny, la transformista, impecable como siempre. Muy lograda la transición del Sr Roseto, a cargo del platense Ricardo “Mono” Ibarlín.
El “enfant terrible” José María Muscari, que siempre impone su sello característico a las obras que aborda, montó “La Jaula …” en una sala acostumbrada a sainetes y grotescos rioplatenses, insuflándole aires nuevos. Sin embargo, las dimensiones del escenario en cuestión, son un tanto reducidas para un elenco tan multitudinario. De hecho, el cuerpo de baile utiliza por momentos el proscenio, área en la que la iluminación y la visibilidad (nivel piso) resultan insuficientes y piden refuerzo.
Sería asimismo conveniente contar con micrófonos ambientales para evitar la voz gritada de los actores, lo cual redundaría en una mayor naturalidad.
Muscari subraya lo visual, la exhibición de los bellos cuerpos de los bailarines, poniendo siempre el énfasis en el aspecto lúdico y disparatado de la obra, intercalando coloridos separadores musicales entre escena y escena. Indudablemente, con el correr de las funciones, tanto la sincronización del baile, como el “lip sync” o playback, se irán puliendo y optimizando. El cuadro del “scrown” de los rugbiers (ideado por la coreógrafa Magui Bravi): uno de los mejores.
Atractiva y bien aprovechada la escenografía de Company. Muy variado y colorido el vestuario de Vidal Rivas.
El claro propósito de esta nueva propuesta de Muscari es divertir, y lo logra. Misión cumplida.