por Irene Bianchi

“Esperando la carroza”, de Jacobo Langsner, por el Grupo Teatral Amadeus. Elenco: Florencia Negro, Emilio Escobar, Hernán Oyarzábal, Gabriel Suárez, Guillermo Rocha, Jimena Oyarzábal, Antonela Marzano, Luciana Parodi, Susana Núñez, Franco Vitola, Andrea Gazzo, Gustavo Delledone. Diseño escenográfico: Juan Pablo Parodi, Miguel Gómez. Realización escenográfica: Grupo Teatral Amadeus. Dirección general y puesta en escena: Juan Pablo Parodi. Salón Auditorio Islas Malvinas, Avda. 19 y 51. Sábados 21 hs.

Hay que animársele a un clásico como “Esperando la carroza”, grotesco rioplatense del autor uruguayo Jacobo Langsner, sobre la que Alejandro Doria realizó su película-ahora de culto- estrenada en 1985, con un elenco de lujo: China Zorrilla, Beto Brandoni, Betiana Blum, Enrique Pinti, Antonio Gasalla, Mónica Villa, Julio De Grazia, Juan Manuel Tenuta, Darío Grandinetti, Andrea Tenuta, Lidia Catalano.
Sátira mordaz, la obra desnuda ciertas mezquindades y dobleces del “ser nacional”, zonas oscuras de nuestra idiosincrasia, rasgos de nuestro ADN que saltan a la vista, aunque se pretenda disimularlos.
El “Grupo Teatral Amadeus” aceptó el desafío. Las dimensiones del escenario del Salón Auditorio del Centro Cultural Islas Malvinas, resultan demasiado reducidas para un elenco tan nutrido como éste, constriñendo visiblemente sus movimientos y desplazamientos. Indudablemente, la puesta se luciría mejor en otro ámbito más espacioso.
Llevan la voz cantante los personajes femeninos: la sufrida “Susana” (Florencia Negro) y “Elvira”, la sisebuta (Gabriela Suárez). Bien construídos, creíbles, contundentes, aunque por momentos excesiva e innecesariamente gritados y estridentes.
Antonela Marzano dota a su “Nora”, la cuñada careta y falluta, de la exacta dosis de cinismo e hipocresía, ejemplo de la doble moral “made in Argentina”. Sutil composición.
Bien los protagónicos masculinos: el escuálido y lacrimógeno “Jorge” (Emilio Escobar) y el irascible y machista “Sergio” (Guillermo Rocha)
Una pena que la “Mamá Cora” de Hernán Oyarzábal aparezca poco, ya que su criatura es uno de los platos fuertes de esta propuesta.
Correctos los numerosos roles secundarios.
Hay momentos desopilantes, aciertos de la dirección de Juan Pablo Parodi, como los amontonamientos alrededor del teléfono o la caótica entrada del ataúd a la casa. Un verdadero pandemónium.
“Esperando la carroza”: homenaje local a una pieza antológica.