“CAUTIVOS”- Charlamos con Bettina Giorno, autora y co-protagonista de «Cautivos» que sigue en cartel los sábados de Abril en Teatro Estudio, calle 3 entre 39 y 40

IB: Vos te formaste como actriz. ¿Cuándo te surgió el deseo de escribir una obra de teatro?

BG: En realidad, nunca me imaginé escribiendo una obra. Siempre admiré mucho a los dramaturgos, pero no me creía capacitada para hacerlo. En este caso en particular, fue el deseo de darle vida a esta idea lo que me impulsó a intentar ponerme a prueba. Durante un año pensé recurrentemente en hablar de lo que al fin terminé hablando en «Cautivos», pero ni yo sabía cómo empezar.

¿Qué significa el tango en tu vida? ¿Se escuchaba tango en tu casa?  ¿Por qué la protagonista es una cantante de tango?

Mi papá era productor de espectáculos de tango, una persona muy apasionada y muy considerada en el ambiente tanguero platense. Cuando yo todavía hablaba en media lengua, él ya me enseñaba fragmentos chiquitos de algunos tangos y valsecitos. Nosotras somos tres hermanas y recuerdo las sobremesas después de cenar donde papá traía una pila de libritos con letras de tangos de Discépolo, Manzi, Expósito, etc. y empezábamos a cantar. Ya de mayor yo iba mucho a presenciar sus espectáculos. Cuando él murió (este año va a hacer 20 años) nunca más pude volver a escuchar un tango. Hasta que hace más o menos 2 años iba con mi familia a la costa en auto y en la radio escuché uno de mis preferidos y lo empecé a cantar. Entonces le dije a mi marido que había que hacer algo con esa historia.

La verdad es que ni recuerdo cómo fue que surgió que la protagonista fuese cantante de tangos. Cuando comenzó a tomar un poco de vuelo la trama, apareció la necesidad de que un personaje sintetizara con tangos el conflicto que estaba viviendo el protagonista, cómo ese amor que había aparecido tan puramente se iba intoxicando y empezaba a invadirlo la inseguridad, la obsesión, la locura. Ahí fue cuando pensé en cuál sería el lugar del cantante en la obra y creo que fue entonces que se me ocurrió que fuese el amigo de la mujer. Y así cre

o que apareció la idea de que ella fuese también cantante de tangos.

¿Sentís que tu obra se resignifica hoy en día, por lo sensible que está la sociedad con respecto a la violencia de género?

Sí, claro. No la escribí con esa intención. Pero claramente habla de eso. La génesis de «Cautivos» era hablar de un amor tóxico, porque en la historia del tango que la inspiró el protagonista se sentía víctima, sentía que él había puesto todo en una relación mientras que la otra parte no. Y creo, sin haber vivido yo en particular situaciones parecidas, que así es como deben empezar las relaciones tóxicas: cuando una parte se siente víctima y termina convirtiéndose en victimario, hasta que el vínculo se transforma en un círculo vicioso en el que el “amor” de ambos termina tornándose enfermizo y los enceguece, al punto de no poder abrirse a tiempo.

¿Te encargaste de convocar al elenco y al Director?

Sí. Primero tuve la intención de dirigirla yo, porque no creí que alguien me diera bolilla. Por eso la convoqué a mi hermana para que fuese mi asistente y me ayudara en las escenas en las que yo participaba, dándome algunas indicaciones. Después empecé a convocar a los actores. Al que tenía más definido era a Diego Negri (el cantante) al cual había conocido circunstancialmente y me había contado que era cantante de tangos y había estudiado teatro con Gastón Marioni y Febe Chaves. Bingo! Tenía al más difícil de encontrar: no hay muchos cantantes de tangos que actúen; y por suerte fue el primero que me dijo que sí. Cuando tuve el sí de Siro Colli, la condición fue buscar alguien que nos dirigiera y apareció la idea del Marcelo «el Colo» Demarchi,  (puestista de años y bailarín y coreógrafo de tango) al cual conocía mucho por haber sido profesor mío en la Escuela de Teatro y haber estado muy relacionada cuando el grupo La Gotera y el Grupo Stacatto (al que pertenecí muchos años) ensayábamos todos juntos el Viejo Almacén el Obrero. Por suerte al Colo le encantó y ahí empezamos a buscar entre todos al personaje de la tía, interpretado por Mariela Marconi. Después fue idea del Colo convocar a la bailarina y de Lucho Guglielmino (director musical) llamar al contrabajista, Santiago Epele.

¿Cómo fue el trabajo de mesa, los ensayos, la gestación del proyecto?

Absolutamente relajado, el Colo es una persona que da mucho lugar a los actores para proponer, ofrece una libertad absoluta. Se conversa mucho sobre la problemática de cada personaje y se improvisa sobre cada escena y así se va creando. Cuando está recorrida toda la obra, recién comienza a realizar la puesta. Todo surge naturalmente y no se vivió nunca la instancia de crisis creativa.

¿Estás conforme con el resultado? ¿Supera tus expectativas?

Sí. Muy conforme y orgullosa del equipo que formamos. Confirmó, más que superar mis expectativas, cuando empecé a escuchar las devoluciones del público. Cuando sentí que lo que queríamos contar era lo que a ellos les llegaba, por supuesto considerando que cada espectador hace igual su propia interpretación de lo que ve. Me tranquilizó saber que se entendía y conmovía el cuentito.

¿Qué tipo de devoluciones recibiste de amigos, colegas y público en general?

Muy buenas. En general todas las devoluciones han sido muy positivas y conmovedoras.

¿Te dan ganas de seguir incursionando en la escritura teatral?

No sé si voy a poder volver a hacerlo. En este caso en particular fueron muy fuertes las ganas de hablar de eso y no tenía a quién recurrir para que lo hiciera por mí. Tendría que volver a aparecer nuevamente otra idea que me movilice tanto como la de esta historia para volver a intentarlo. Pero no sé si eso va a pasar. Lo que saco en claro es que el deseo todo lo puede.

¿Sos muy puntillosa con tu texto o permitiste que los actores se adueñaran de él y cambiaran algunas frases, palabras, etc?

Me descubrí absolutamente permisiva y cero puntillosa y celosa de mi texto. Hasta yo misma lo desestimaba y lo cambiaba y todos los cambios que fuimos haciendo en el proceso sumaban. Incluso readapté algunas escenas en función de las necesidades de la puesta.