A horas de presentarse en el Teatro Metro de La Plata, el sábado 12 de mayo a las 21 hs., charlamos con Adriana “la Gata” Varela

IB: Yo crecí en Bernal. Vos, por lo que leí, no lejos de ahí, en Avellaneda. ¿Cómo te marcó esa infancia y adolescencia de barrio como intérprete? ¿Cuánto de “barrio” tenés

AV: Avellaneda es un barrio con la particularidad de tener una relación muy directa con el tango. El Dock, el Riachuelo, las fábricas, el Sur, son gran parte de los paisajes de algunas de las mejores letras de tango. Si bien yo no escuchaba tangos en esa época, ni tampoco en mi casa lo hacían, esa urbanidad tan particular debe haber dejado una impronta que de alguna manera, en un momento de mi vida apareció.

Es innegable que lográs atraer a gente que nunca escuchaba tango antes. ¿A qué lo atribuís?

Es cierto, hay mucha pendejada en mi público. Pero de la que va a buscar, como lo hice yo, la identidad que el mercado le niega, tratando de imponer otras estéticas no siempre «saludables». Debe ser también por mi manera de entender el género, sin careteada, sin estereotipos. El haber crecido escuchando rock debe tener algo que ver también.

Hay mucho de rock en tu estética tanguera. ¿Con qué música creciste?

Bueno, yo crecí con el rock, soy hija del rock como gran parte de mi generación. En casa, como te dije, no se escuchaba tango, pero sí buena música: jazz, blues, clásica, música popular francesa, italiana…Mi último disco, que está ternado para los Gardel, es de rock y se llama “Avellaneda”. Así que mirá lo importante que son esos dos datos en mi vida.

Te oí decir que encontraste el tango “por casualidad”. ¿Cómo fue eso?

Bueno, ya es sabido que soy fonoaudióloga, ya lo conté muchas veces. Sin embargo, en un  momento de mi vida pateé el tablero y me puse a cantar, aunque siempre lo había hecho dentro del ámbito de mi casa. Ahora al tango lo descubrí por primera vez viendo al Polaco en la película “Sur”, de Solanas. A partir de ahí decidí que eso era lo que yo quería, lo que el rock estaba perdiendo y que el tango conservaba.

Después conocer al Polaco, ser apadrinada por él y todo lo que siguió es ya sabido.


Quiénes son tus poetas tangueros predilectos? ¿Cómo armás tu repertorio? ¿El criterio ha ido variando con el tiempo?

Mis poetas preferidos son muchos, pero Manzi, Expósito y Cadícamo son algunos de los que más interpreto. De todas formas las duplas autorales de letra y música que hay en el tango son tremendas.

Mi repertorio tiene que ver con cómo me llegan ciertos tangos, qué ideología tienen. Generalmente son los que hablan de un Buenos Aires donde el barrio era el paisaje. Un paisaje popular, de laburo, de amores y desamores verdaderos, no virtuales, reales. Por supuesto que todo pasa por mi concepto estético, es decir que tiene que haber una sintonía también en eso. Y siempre es así.

Después de Piazzola, ¿hubo algún otro revolucionario del tango?  ¿Habrá?

No, no hubo nada ni nadie que haya revolucionado al género como lo hizo Astor. Hay sí nuevos autores, pero musicalmente Piazzola puso la vara muy alta. No sé si habrá otra revolución en el tango. Por lo pronto, éstas son épocas de redescubrimiento, y en tal caso las movidas pasan por resignificarlo, revalorizarlo y mantenerlo a salvo del mercado, que no es poca cosa.

¿Qué recuerdos tenés de anteriores presentaciones en La Plata, y cuáles son tus expectativas para el próximo show el 12 de mayo en el flamante Teatro Metro?

La Plata es uno de mis lugares preferidos. Su gente siempre me trató increíblemente bien, con mucha calidez, mucho amor. La expectativa es volver a sentir esa vibra y esta vez agregada a la de ser un poco partícipe de la reinauguración de un teatro, el Metro, que en medio de estos momento tan raros, es como un oasis que nos ayuda a vivir mejor.