Para decirlo en pocas palabras, “El Test” es un combo teatral perfecto. Rara vez se da la combinación de un buen texto, hábilmente adaptado, un elenco de lujo y una dirección impecable. Los integrantes de este Dream Team: su autor, el catalán Jordi Vallejo; su versionador y director, Daniel Veronese, y las actrices y actores: Viviana Saccone, María Zubiri, Jorge Suérez y Carlos Belloso.
“¿Qué preferís? ¿Cien mil dólares ahora o un millón dentro de 10 años?”. Este es el inquietante disparador de la pieza de Vallejo. Planteado así, parece un juego inofensivo. Sin embargo, este singular test de personalidad tendrá consecuencias imprevisibles en cada uno de los 4 amigos que se juntan una noche a cenar en el coqueto piso de Puerto Madero del dueño de casa, “Antonio” (Belloso).
Antonio es un muy exitoso “businessman”. Consume vinos carísimos, comida gourmet, y hace alarde de semejantes excentricidades. Su pareja “cama afuera” es “Berta” (Zubiri), una psicóloga prestigiosa, que combina consultorio con un programa de cable. Los invitados, una pareja de amigos de Antonio de toda la vida: “Héctor” (Suárez) y su esposa “Paula” (Saccone). Héctor tiene un bar que no deja mucha ganancia, y Paula trabaja para distintas ONGs, casi por amor al arte, o a la humanidad, porque es muy poco lo que percibe económicamente. Héctor y Paula tienen una hija adolescente, ahijada de Antonio. Viven muy ajustadamente y están llenos de deudas.
Paula es una fundamentalista del cuidado del medio ambiente, sólo compra alimentos orgánicos, es anti consumista y cero materialista. Una “rara avis” de la sociedad actual. Su padre es un contador rico que le ha ofrecido trabajar en su estudio, pero ella prefiere seguir ayudando a los más necesitados. Ante la propuesta de Antonio (100 mil ahora o un millón dentro de 10 años), Paula insiste en saber si ese dinero es bien habido o plata sucia. Los cien mil resolverían sus problemas acuciantes; el millón les aseguraría estabilidad familiar a largo plazo. Un dilema.
Héctor sueña con remodelar su bar, posicionarlo mejor en el mercado. Poco le importa de dónde viene ese dinero. No tiene ni la cuarta parte de escrúpulos de su esposa. Quiere agarrar viaje, sea como sea.
Antonio disfruta de este juego maquiavélico. Es como un titiritero, un seudo Dios, empoderado por su abultada cuenta bancaria. Disfruta del callejón sin salida, de la encerrona en la que atrapó a sus amigos, casi como un experimento de laboratorio.
“Berta” da cátedra todo el tiempo, con una actitud pedante y aires de superioridad. Descubrimos que su relación con Antonio nació de una manera muy poco ortodoxa y menos ética.
El desenlace –que no revelaremos aquí- es un inesperado “coup d’effet”. Corrobora la tesis que “todo ser humano tiene un precio”, y confirma la vocación de Antonio por “invertir”, a corto, mediano y largo plazo. Secretos bien guardados salen a la luz, se ponen todas las cartas sobre la mesa, y ya nada será como antes.
El ritmo que Veronese le imprime a la obra no decae en ningún momento. Es un “tour de forcé” constante. Hay oportunos silencios, valles, momentos de reflexión, ya que si bien se trata de una comedia, a la vez se abordan temas existenciales, profundos, serios.
El elenco es impecable, homogéneo, sin fisuras. Los cuatro personajes, verosímiles, sutilmente construidos. Destacamos el trabajo de Jorge Suárez, su enorme versatilidad, sus desopilantes transiciones, el manejo de su voz, de sus gestos, de su cuerpo: un capo lavoro, como tantos otros a los que ya nos tiene acostumbrados. Lleva la voz cantante de esta inteligente y provocativa pieza, opera prima del dramaturgo catalán.
“EL TEST”: una panzada de buen teatro en el Coliseo Podestá de La Plata.