Cuando yo era chica, como todo niño, tenía “amigos imaginarios”. Lo que no sabía era que se podía tener “enemigos imaginarios”, como los que fabrica a diario el gobierno de los Fernández. Primero fueron los “runners” que corrían por Palermo, o los “chetos” que venían del extranjero, portando (sin saberlo) el maldito virus. Luego fueron los padres que querían que sus hijos volvieran a la escuela, y los comerciantes que querían volver a trabajar para no fundirse. El campo siempre fue para el kirchnerismo el “Enemigo No 1”, a pesar de ser el nuestro un país agropecuario. Las vacunas fabricadas por el “imperialismo” tampoco fueron bienvenidas en su momento, priorizando las rusas, chinas y hasta las cubanas, con un criterio ostensiblemente ideológico y no sanitario. Ahora, la gente que viajó afuera por cuestiones de trabajo, para vacunarse o simplemente para vacacionar, son el nuevo enemigo. Se les hace “chas chas” en la colita y se les permite regresar a cuentagotas. En suma, un gobierno que prefiere castigar antes que premiar.